UNA GRAN COMUNIDAD LUNAR

Benigno Lunar y La isla Común aterrizaron en un concurrido Polaroid House. Acá nuestra reseña de una noche muy especial.

Viernes, 18 hs, termina la jornada laboral de una semana más que se esfuma y cuando esto sucede se da una sensación extraña entre relajación y cansancio, tanto mental como corporal, el cuerpo se ablanda y la mente se desconecta, hasta el lunes.

Pero no, no para ellos. Ellos volvieron sin perdida de tiempo a sus hogares, cargaron sus bolsos e instrumentos, calentaron el agua para el mate, se subieron al auto, pasaron a buscar a los demás, cargaron nafta (auch!) y emprendieron su viaje hacia Villa María, para hacer lo que más les gusta, lo que no deja de ser un trabajo, tocar y mostrar sus canciones a la gente que este dispuesta a escuchar.

Estamos hablando de Benigno Lunar (la mitad de la banda) y La Isla Común, que se vinieron a nuestra ciudad, invirtiendo su tiempo en algo mejor que descansar, hacer arte y compartirlo con el mundo. Y de hecho, lo hacen muy bien.

La otra mitad de Benigno, que reside en Villa María, se encargó de la puesta en escena y el sonido, con una intervención artística por parte de Cecilia Orso, una obra compuesta por lo que, a nuestro parecer, eran formas de algas fluor acolchonadas, convirtiendo el escenario en una pecera futurista. Además, ese mismo también participaron de la presentación y charla-debate del libro «Esto es una escena» de Juan Manuel Pairone, en el cual se analizan 19 discos de la escena cordobesa de los últimos 4 años, donde se encuentra «La religión de los árboles«, último disco de la banda.

La autogestión implica eso, un esfuerzo superador para cubrir todos los factores que influyen en el crecimiento de un proyecto artístico independiente.

Sin irnos por las ramas de este enorme árbol  que es la música under y autogestionada, no podemos dejar de mencionar que estas dos bandas parecen haber sido hechas especialmente para tocar en un lugar como Polaroid House, vibran en la misma frecuencia, existe una misma estética que de alguna manera los vincula y los hace ser parte de un mismo universo, universo al cual llegamos y luego de aterrizar nuestra nave, nos mimetizamos con la primer canción de La Isla Común que comenzaba a sonar en ese preciso momento.

La Isla Común es un grupo de 4 personas que se desenvuelven en la capital de nuestra provincia, una isla se compone por bellas melodías vocales, así como también lo es su ejecución, con una voz clara y dulce, que podría describirse por momentos como una versión masculina cercana al tono de Juana Molina.

Sus letras, muy divertidas, transitan sin escalas entre, por un lado historias completamente ficcionales «tengo compañeros en la orquesta que son vampiros, por eso tocan mejor que yo…«, y por otro, al relato de las situaciones más cotidiana de la vida «…me invitas a la plaza a tomar unos mates, yo me aburro…«. En ambos casos la banda eleva estas historias hasta convertirlas en algo mágico, original y creativo, que a primera escucha te hace sonreír y enamorarte al mismo tiempo, y ya esta, no vas a poder sacar esas canciones de tu cabeza por un buen tiempo.

Sonaron muy bien, simples y efectivos, a la gente se la vio muy a gusto, muchos escuchándolos por primera vez sintieron ese algo que hace falta para hacerte mover la cabeza y googlearlos al día siguiente. Los que ya los conocían, disfrutaron de sus mejores canciones en un lugar especial, chiquito y acogedor, con una acústica y un sonido ideal para este tipo de bandas. «Se puede ser normal, común y nada más, ni un extremo ni otro«.

Después, por supuesto, llegó el turno de Benigno Lunar, con un marco inmejorable ya que mucha gente se juntó para verlos. Amigos de viejas épocas, seguidores de siempre, nuevos y adolescentes fans, así como también músicos y artistas que se acercaron a vivir, una vez más, la experiencia de un recital lunar.

Lejos de arrancar con los clásicos, la banda sorprendió con una primera tanda de 5 canciones completamente nuevas, mostrándose felices de compartir el trabajando que se encuentran realizando desde hace tiempo y que tendrá como resultado el lanzamiento de su 4to material discográfico, posiblemente, a final de este año.

Las ganas de la banda están intactas y su formación al parecer también, cada uno ya hizo propio su rol en el grupo y resulta muy difícil imaginar este siendo ocupado por otra persona. Benigno es más que la suma de las partes, pero cada parte resulta única para su música. Nico en su taller, arma sus vehículos de expresión musical de dos minutos, con diferentes piezas que recolecta en el transitar de los días, haciendo encajar lo que a simple vista no encaja y obteniendo como resultado canciones pop, extrañas, misteriosas, profundas, que invitan a descubrirlas, a subirse en ellas y disfrutar del paisaje.

Luego claro que llegaron sus canciones más conocidas, la gente respondió acercándose hasta estar pegados a la banda, bailando y cantando, produciéndose un cálido feedback entre los músicos y los espectadores, a tal punto que Nico dejaba de cantar para escuchar corear a la gente, completando cada verso, incluso tratándose de estrofas y no de estribillos, como suele ocurrir.

Fue un recital completamente fuera de protocolo, desestructurado, sincero y amigable, el público pedía canciones, ellos las tocaban -no todas-, incluso se dieron charlas entre la banda y la gente, como cuando postergaron una canción -«Aeropuerto»– debido a que una chica les aviso que su amiga fan de este tema, se encontraba en el baño, por cual decidieron tocar otra para esperar su regreso. Esto describe la esencia de lo que se generó anoche, de lo que genera Benigno Lunar y de lo que genera también Polaroid House, un espíritu de fraternidad y calidez, con los músicos a la misma altura del público, literalmente.

La gente no los dejaba ir, obligando a repensar que tema tocar una vez terminada la lista, fue un grato encuentro de la banda con gente que no veía hace un tiempo, como esos que se dan con amigos que no ves mucho pero que cuando los ves, es como si nunca se hubieran separado. Cerraron con «Lumina» de su primer álbum y «Las canciones«, del último, ahora a esperar lo nuevo.