“EL PESO DE UNA FOTOGRAFÍA ES TAN VALIOSO QUE PUEDE DETERMINAR EL RUMBO DE DECISIONES POLÍTICAS”

Hablamos con Walter Carrera, Director de Fotografía de Presidencia de la Nación.

30/05/2025

Desde sus primeros acercamientos a la fotografía de adolescente, hasta su rol actual como director de fotografía en la Presidencia de la Nación Argentina, el recorrido profesional de Walter Cabrera se construyó entre la intuición, la práctica y una sensibilidad que nunca dejó de lado.

Formado en la UNVM, comenzó retratando el movimiento cultural universitario, el arte y el rock local, hasta dar el salto a Buenos Aires. Lo que siguió fue un camino impensado: su trabajo comenzó a entrelazarse con la política, primero desde la cobertura de campañas y luego desde el corazón mismo del poder ejecutivo nacional.

En esta entrevista, el fotógrafo repasa su formación, sus años en Villa María, su visión sobre la imagen en contextos de poder y el rol de la fotografía como herramienta de construcción de memoria colectiva. Con un estilo que privilegia la simpleza, la observación paciente y el respeto por el registro histórico, habla de lo que implica retratar la política desde adentro, y de cómo la sensibilidad personal puede convivir —y enriquecerse— en los márgenes de lo institucional.

¿Recordás el primer momento en que sentiste que la fotografía era más que un hobby?
Recuerdo que la fotografía me gustó siempre, pero como tantas cosas que a uno le gustan, sin sobreexcitarme demasiado o interesarme desmedidamente por el tema, algo que me parecía lindo de ver y hacer. En mi casa no había cámaras, ni cuadros colgados de fotografías ni nada que me pudiera inducir a un gusto particular por la imágen o la estética.

Lo que sí había en mi casa, todos los días en la punta de la mesa, era el Clarín o El Diario de Villa María, una lectura casi obligatoria que recorría más que nada a través de los titulares y las fotografías, hoja por hoja religiosamente. Quizás sin saberlo ahí es donde empezó a forjarse en mí este oficio.

¿Cómo fue tu camino de formación en fotografía? ¿Estudiaste formalmente o aprendiste en la práctica?
Estudié Diseño y Producción de Imagen en la querida UNVM, si bien la materia fotografía es la piedra fundamental de la imagen y de todo lo que viene después en la carrera, una materia solamente no te forma como fotógrafo.

Después de terminar de cursar la carrera, allá por el 2008 empecé a incursionar en fotografía con un interés más profundo, ya con la fotografía digital en pleno auge y a base de práctica y error, empecé a retratar el mundo que me rodeaba, la cultura que se generaba alrededor de la vida universitaria, el arte, el rock y la movida local. De hecho hacemos una revista de rock con amigos que algunos recordarán, Sr. Rock y muchas de mis fotos iban a parar ahí.

Una vez “dominada” la técnica pensé que podría trabajar de sacar fotos y así fue como fui metiéndome en foros, talleres, workshops hasta llegué a viajar a Las Vegas, Estados Unidos, para capacitarme con grandes fotógrafos de bodas del mundo. Cuando volví de ese viaje ya definitivamente todo escaló a otro nivel y desde ese momento empezaron a pasar cosas que no estaban ni remotamente en mis planes.

Aunque suene grandilocuente, los lugares o las personas con las que uno se forma no tienen ningún poder especial, la voluntad de aprender y la práctica definitivamente es lo que transforma verdaderamente la manera de fotografiar, con lo cual siempre es bueno formarse, pero la práctica y la constancia es lo que más importa para crecer en la profesión.   

¿Qué significó para vos crecer en una ciudad intermedia como Villa María? ¿Sentís que eso influyó en tu mirada como fotógrafo?
Si bien llevo 12 años viviendo fuera de Villa María, no hay un sólo día en que no me sienta villamariense y por supuesto, quiera volver a vivir a mi lugar, a mi casa y con mis amigos.

Probablemente haya influido, el lugar de donde uno viene es lo que construye la esencia de lo que uno es y también lo que mira, seguramente la simpleza y el silencio que a mí me gustan de las fotos puede que tenga que ver con la paz de una ciudad como Villa María, la hora sigilosa de la siesta, el río, el viento, la costanera, esos pequeños momentos que uno contempla en silencio son los que siempre busco transmitir en la imágenes que hago, quizás vengan de ese lugar, no lo sé.  

¿Cuándo sentiste que había que dar el salto a Buenos Aires? ¿Cómo fue esa decisión?
La fotografía de eventos sociales me llevó a tantos lugares que no podría haberme imaginado donde y cuando saltar, lo cierto es que soy (o era) muy arraigado a mi ciudad, a pesar de viajar durante muchos años, muchas veces a Buenos Aires o para trabajar en la ciudad o para tomarme un vuelo para cualquier lado, nunca lo vi como una opción certera venirme a vivir acá. Quizás tener una oficina, establecer algún tipo de base, pero había logrado un buen equilibrio entre lo profesional (que me llevaba a trabajar muchísimo más afuera que en mi propia ciudad) y lo personal de vivir en el lugar donde nací y que amo y extraño profundamente.

A finales de 2013 es cuando me llega una propuesta concreta de Bárbara Diez, Wedding planner y amiga con la cual ya trabajabamos hacía tiempo en el mundo de los eventos sociales, para trabajar en la construcción de la candidatura de Horacio Rodriguez Larreta (su marido en ese entonces) como jefe de gobierno para el año 2015. Barbara me había convocado en 2011 para participar de su libro de bodas y a partir de allí comenzó una relación de confianza que para mi significo muchisimo, siempre muy generosa me invitó a participar de varios de sus proyectos, me abrió las puertas de su oficina y su equipo, tanto como las de su casa y su familia, con lo cual la propuesta de formar parte de la construcción de una candidatura política de tamaña envergadura no me hizo dudar ni un sólo segundo en tomar la decisión.

Como pequeña anécdota, mientras hablaba por teléfono y escuchaba la propuesta se me vinieron a la cabeza dos fotos icónicas que fueron parte mi formación y de mi imaginario, y la posibilidad de poder hacer alguna foto parecida desde lo simbólico y lo icónico: la foto de Carlos Menem con los Rollings Stones y la foto del Presidente Raúl Alfonsín y Carlos Menem acordando el traspaso de mando en la quinta de Olivos, algo bastante improbable en el momento del llamado, pero tuve esa expectativa. Finalmente tiempo después, en 2016 los Stones volvieron a tocar a Argentina y efectivamente yo pude hacer una foto del Jefe de Gobierno con Mick Jagger en la Recoleta y hoy mientras respondo estas pregunta, lo hago desde mi oficina, exactamente debajo de aquellas dos fotos con las que tanto soñé.

¿Qué implica, en términos concretos, ser fotógrafo en Presidencia de la Nación? ¿Qué cosas no se ven desde afuera?
Depende de la gestión de gobierno, esta pregunta puede tener muchas respuestas diferentes, ni mejores ni peores, simplemente diferente. El abordaje de cada gestión, cada partido, cada presidente varía tanto como los pensamientos de una persona u otra. Hay gestiones que hacen de la construcción visual una columna vertebral para su relato, y hay otras donde el relato se canaliza por otros lugares, el discurso, la prensa, las redes, simplemente un poco de todos con distintas intensidades en cada una.

Mi antecesor en el cargo, el histórico Victor Bugge, tiene una frase muy atinada para esta pregunta que dice que uno aquí tiene que tratar de tener una mirada “oficial”, más que “oficialista”. Es decir, un fotógrafo presidencial no puede anteponer lo que cree o piensa de la política, para bien o para mal, aquí nuestra misión tiene que ver con registrar de manera imparcial los hechos, siempre trabajando bajo los lineamientos y a la par de la comunicación oficialista, pero sin exageraciones que sobrecarguen de contenido la imagen. Retratar los hechos con una mirada propia, por supuesto, pero que aquí formarán parte de la historia de un país, historia que nos supera a nosotros mismos como personas, por lo tanto yo soy respetuoso del lugar que me toca ocupar. Aquí lo que importa es la fotografía como registro histórico.

Probablemente haya muchas cosas que desde afuera se ven diferentes, pero a mi siempre me gusta destacar la escala humana de las cosas, a veces cuando estamos afuera idealizamos mucho lo que no vemos y finalmente cuando estamos adentro nos damos cuenta que quizás cambie la proporción de las responsabilidades y el valor de lo simbólico, pero en el día a día los cargos y las funciones se desvanecen un poco y el Presidente o los funcionarios que lo rodean no dejan de ser personas comunes, con necesidades, responsabilidades, hambre, frío, sueño, etc, etc, que de repente entran a una sala o pasan por un pasillo te saludan dándote la mano como cualquier otra persona.

¿Cómo es un día de trabajo tuyo dentro de la Presidencia? ¿Qué se fotografía cuando se está tan cerca de la cúpula del poder ejecutivo?
La oficina de fotografía es una de las áreas que está directamente ligada a la actividad presidencial, haya o no haya agenda, la guardia es permanente, en principio hay un equipo con un sistemas de turnos que hace que haya fotógrafos de manera escalonada en horario disponibles desde las 7hs hasta las 21hs. Como director, trato de estar presente buena parte de esa jornada, habitualmente llego a las 9 h y me quedo hasta las 19 h. Mi tarea me exige no sólo fotografíar si no que tener reuniones, resolver cuestiones administrativas y algún que otro trabajo de oficina. Pero la agenda manda, no hay horarios cuando el deber llama.

Cuando se fotografía el poder dependemos mucho del nivel de acceso que tengamos al funcionario, a mí particularmente me gusta retratar la esencia de las cosas, de manera sigilosa tratando de pasar desapercibido absolutamente, hacer que la gente se sienta cómoda con la presencia de la cámara y lograr capturar el costado humano de las personas. Trato de esperar esas pequeñas sutilezas, momentos que hacen de lo ordinario algo extraordinario, mientras más acceso más posibilidades de detalles y gestos distendidos, eso es lo que distingue el trabajo aunque siempre primero hay que cumplir con el objetivo concreto y básico de lograr comunicar de manera eficiente y simple la actividad presidencial. 

¿Qué buscás transmitir con tus imágenes en un entorno donde cada gesto comunica?
Simpleza, esa es mi mayor búsqueda, aún en el caos, un respiro visual que comunique con elementos simples y composiciones equilibradas que logren una mirada amena, ordenada y cargada del sentido justo, sin grandes excentricidades. 

¿La política te condiciona o te potencia como fotógrafo?
En la política encontré un lugar de crecimiento infinito, si bien siempre hay condiciones, cada funcionario, cada equipo de comunicación y hasta cada actividad tiene sus propios condicionamientos, dentro de estos límites siempre tuve vía libre para potenciar mi trabajo y ese potenciamiento de algún modo corre los límites iniciales y surgen nuevos desafíos, es un juego de tire y afloje donde todos ganan si se trabaja con criterio, compromiso y seriedad.

¿Sentís que hay espacio para la sensibilidad personal en la fotografía institucional/política?
Por supuesto este trabajo sensible que siempre busqué hacer por fuera de las necesidades planteadas por los equipos de comunicación, es lo que me hizo marcar una diferencia como sello personal, llevándome a esos lugares donde nunca pensé poder estar. Estos 12 años en política han sido maravillosos en este sentido, he conectado fotográficamente con quienes he fotografiado, con un resultado muy satisfactorio para mí.

¿Qué pensás sobre el rol del fotógrafo en la construcción de la memoria de un país?
Yo lo vivo como algo apasionante, admiré siempre a colegas que a través de sus imágenes pudieron construir memorias que forman parte del imaginario colectivo del país, no solo desde la política si no también desde medios o agencias de noticias. De a poco fui conociendo las personas detrás de los créditos de esas grandes fotografías que han inspirado a tantos colegas, varios de esos nombres se convirtieron en amigos y hoy compartimos mucho más que una cobertura fotográfica, podría quedarme horas y horas escuchando sus historias de cómo fueron gestadas algunas de estas fotos icónicas o como fueron frustradas imágenes que podrían haber sido grandes fotos pero que solo quedaron en una divertida historia incansable de ser contadas, especialmente entre algunas copas de vino.   

¿Tenés alguna foto que consideres especialmente significativa desde que trabajás en la fotografía del ámbito político? ¿Qué historia hay detrás de ella?
Creo que hay tantas fotos y tantos momentos especiales, que es muy difícil nombrar simplemente una, los viajes al exterior y el acceso a lugares que son casi imposibles de acceder si no fuera a través de una comitiva especial: la Casa Blanca, el Departamento de Estado, el Capitolio en Washington, el Palacio de Cibeles en Madrid, Silicon Valley, Facebook, Google, Amazon, la Universidad de Standford en California o el Santo Sepulcro, el Muro de los Lamentos y el museo de la Shoá en Jerusalén. En alguno de esos lugares obtuve imágenes que desde lo estético me gustan mucho y en otros simplemente cumplí la tarea de fotografíar una actividad sencilla, pero que aunque parezca una ostentación de lugares, en realidad lo vivo con mucho orgullo, por que cada vez que me toca estar en situaciones de esta envergadura, nunca dejo de pensar que vengo de un lugar muy lejano y que una serie de factores, en donde el esfuerzo y el trabajo son muy importante, también a veces la suerte juega su papel y estar ahí también es un poco de eso.

Por último y yendo a una imagen puntual, como cenit en la carrera de un fotógrafo de política y políticos, asistir a un evento global como el G20 y caminar libremente con la cámara por una sala llena de líderes mundiales como Donald Trump, Vladimir Putin, Emmanuel Macron, Angela Merkel, Xi Jinping, entre otros tantos es realmente significativo, digno de ser recordado.

¿Qué cosas llevás de Villa María aunque estés viviendo y trabajando en Buenos Aires?
Me llevo todo, Villa María es mi vida, lo otro es mi trabajo, con el paso del tiempo uno echa algunas raíces en otros lugares, pero para mí Villa María va a ser siempre el lugar adonde volver, la Universidad, la Escuela de Trabajo, lugares muy queridos y amigos que están presentes todos los días, y todos los que me rodean aquí en Buenos Aires saben lo que significa la ciudad por que no paro de nombrarla, hasta el hartazgo je.

Me gustaría llevar toda esta experiencia que gané en estos años a mi ciudad, es un deseo muy fuerte que tengo y que me gustaría lograr algún día.

¿Qué querés que quede de tu obra, más allá del presente político en el que trabajás?
Sinceramente me cuesta hablar de obra, por qué relaciono mi trabajo más al documentalismo y al periodismo que al arte, me cuesta mucho mirar la fotografía desde una perspectiva artística, soy bastante más pragmático con el tema, no soy de hacer segundas lecturas o conceptualizaciones de las imágenes, sólo aporto una mirada propia, equilibrada y estética a un hecho.

Creo que como todo documentalista o reportero gráfico, lo que se busca es crear un registro de época que pueda quedar para las próximas generaciones como documento de lo que aconteció en este tiempo y lugar y que ese registro pueda además tener una impronta determinada, por la mirada particular del fotógrafo que lo registró es un anhelo muy grande para una “obra”.  

¿Cómo se lleva tu mirada personal o autoral con la imagen institucional que debés sostener?Simplemente el ejercicio de observar, estar atento y concentrado en lo que se documenta, hace resaltar la mirada personal, se puede intentar imaginar una foto, copiarla o imitarla tal vez, pero una vez entrado en la dinámica de la acción lo que sale es lo que a uno le sale de adentro. No se puede impostar todo el tiempo una imagen, cuando las papas queman como dice el dicho uno observa y gatilla a su tiempo y según su criterio, que aunque parezca automatizado, tiene una carga propia de quien mira detrás del lente de la cámara, con lo cual es imposible escapar a la impronta personal, aún cuando el encargo es muy específico.

¿Creés que una foto puede cambiar la percepción pública de un hecho político? ¿Sentís que tu trabajo puede llegar a tener ese peso?
Definitivamente si, de un político o de cualquier persona que se exponga a ser fotografiada, inclusive actualmente en las redes sociales, la propia gente construye su propia imagen, sin ni siquiera tener un fotógrafo.

Crear sentido es de las cosas más interesantes de la fotografía, por eso es que soy un apasionado de la fotografía documental, el sentido se crea en la constancia, si bien considero que cada foto debe contarse por sí misma, creo a la vez que es interesante que una foto sea parte de un todo, que haya detrás de cada imagen un hilo rojo que contacte con la siguiente, sea inmediata o no, crear un relato a partir de imágenes es parte de la esencia de la fotografía.

Los mandatarios viajan por el mundo para sacarse fotos con otros mandatarios, la foto en ese caso no es utilizada como un método de cholulismo si no que es utilizada como un método de poder, de apoyo político o por lo contrario de desaprobación, si “la foto” no se consigue o si se consigue una foto que no era la esperada, un gesto o una mueca apenas puede ser suficiente para cambiar el valor completo de la imagen y desatar una tormenta política.

Los fotógrafos como tales, a veces podemos pasar desapercibidos, pero lo que nunca pasará desapercibido es nuestro trabajo, con lo cual el peso de una fotografía es tan valioso que puede determinar el rumbo de muchas decisiones políticas.

Para finalizar, una pregunta más abierta.. ¿Cuál es tu definición personal de la fotografía? ¿Consideras que se pueden construir buenas fotografías independientemente del dispositivo con el que se cuente?
Me parece haber ido contestando al respecto, no se si hay una definición concreta, pero tengo una frase en mi página web que es un aspiracional de lo que me gustaría que cada una de mis fotografías tenga: “La música linda, los viajes lejos, mi familia, mis amigos, mis perros, las cosas que amo… la fotografía es el medio por el que expreso todas esas sensaciones, es mi manera de compartir mi visión, mis colores, mis sonidos y mis silencios.”

Si bien es algo que escribí hace mucho tiempo, algunos años antes inclusive de que empiece a vivir de la fotografía como lo hago ahora, sigo teniendo esa misma lectura.



La construcción de sentido y de imágenes es independiente al dispositivo de captura y los métodos utilizados (automático, manual, autofoco, etc etc), la fotografía nace de una mirada, que obviamente tiene que estar entrenada, tiene que tener contenido más allá de los colores y las formas y tiene que tener una intención de decir algo, si es con la cámara más cara o el teléfono más barato, solo cambiará la calidad de reproducción, pero el equipo no debería condicionar la mirada en ningún momento.

Si bien hay algunas técnicas y algunos registros que requieren equipamientos especiales, creer que la cámara hace al fotógrafo es un error que no hay que cometer, sobretodo en el momento en que estamos desarrollando una mirada propia. Creer que necesitamos más y mejor equipo para llegar más lejos, puede condicionarnos de manera absurda.