UN GRAN INCENDIO

EL Primer Festival Internacional de Teatro de Villa María tuvo un gran comienzo. Nota por Ignacio Tamagno.

Durante cinco días pasaron por nuestra ciudad obras teatrales de alto nivel, proveniente de diferentes países. La gente pudo disfrutarlas por un costo realmente accesible, además de diferentes talleres y actividades que se desarrollaron en paralelo al festival. Pero quien mejor para poner en palabras lo que dejó este gran evento que el director del mismo, el Licenciado en Teatro Ignacio Tamagno.

Vanesa y Rodrigo me piden que escriba algo acerca de lo que para mí significó el primer Festival Internacional de Teatro de Villa María. Mastico qué
decir pero no me sale nada, porque son muchas las cosas que diría. Diría, para empezar, lo siguiente: me gusta pensar a la cultura como algo inasible
y calórico, que sigue su propio azar. Mi metáfora es la del fuego. En ese sentido, no se trata de un recurso gestionable –de ahí mi desconfianza a la idea de gestión cultural. La cultura es, como el fuego, gestable, pero no manipulable. Mi trabajo, entonces, consiste en generar las condiciones óptimas de la combustión.

El Festival Internacional de Teatro de Villa María fue una explosión, un verdadero incendio, que se hizo entre el público y los artistas. Entre yo, mi
equipo de gente, y las instituciones que asumieron el proyecto como propio –y sin las cuales nada hubiera sido posible–, nos limitamos a generar las
condiciones del fuego: recursos, inteligencia y pulmones. Es decir: tantos palitos y papelitos, apilados así y no asá, fósforo, ¡che, prendió, prendió, a
soplar, vamos, vamos, soplen!

El arte es un virus –a veces callejero, a veces de laboratorio– cuyo motivo es la ruptura y expansión del perímetro vital de una comunidad. Eso buscamos. Porque esa ruptura (creativa) no genera otra cosa más que felicidad. Decía Artaud: el teatro es una peste. Decía Brecht: su fin, el del teatro, es divertir. Digo yo: dejarse el cuerpo, no trabajar con horarios, perder plata es invertir. Trabajar con esperanza, haciendo acto y materia cada partícula de fantasía. Trabajar acompañado y como condenado, sin cálculos de posteridad, para la perpetuidad del presente feliz de una sonrisa esporádica. Desarrollando condiciones de futuro, reales y sin demagogia. Están los que sesuman a la fiesta y los que se quejan como vecinos malondones.

Lo que queda es el dolor de brazos, ese cansancio reconfortante. La imagen de los brazos que se juntan para levantar paredes, esa complicidad, esa red
de cariño. Levantamos un teatro en una cancha de básquet. Metimos quinientas personas en una función y tuvimos doscientas por promedio cada noche. Éramos pocos brazos, pero convencidos. Contagiamos la peste del teatro a un montón de gente. Y la peste del teatro es una peste que genera hambre de encuentro y de poesía. La ciudad de Villa María tiene con qué satisfacer ese apetito. ¿Cuál fue el objetivo del Festival? Generar público, uno. Generar un público masivo interesado en propuestas de calidad alternativas a lo comercial. Generar apetito de teatralidad entre sectores
cada vez más amplios. Y de esa manera generar condiciones de más teatro, porque la ecuación es simple: a más público, más demanda, y a más
demanda, mayor y mejor oferta.

El Festival duró cinco días. Una inyección de entusiasmo por la actividad escénica que beneficia a cualquiera que se dedique al hacer. Posicionamiento
rotundo del teatro de Villa María en relación con otro teatro, el de otras polis, otras comunidades. Nada mejor para la propia identidad que el diálogo
con otras. La personalidad es alteridad pura. En el otro y con el otro se funda lo que soy. Para la sangre y las ideas, nada mejor que el oxígeno. Abrir nuevas rutas, nuevos nexos, nuevas alternativas, cruzar poéticas, resignificar espacios (el Salón de los Deportes, el Teatrino del Subnivel), a la gente invitarla a divertirse en familia dentro de actividades poéticas de alta complejidad… artistas de Chile, México, Uruguay, España, Mar del Plata, Córdoba… no figuras, no estrellas, laburantes independientes de arquitecturas poéticas y humanas de primera categoría, acá, al alcance de todos.

Yo estoy feliz. Radiante en mi cansancio. Quiero más. Yo, como el público, tengo hambre. Hubo errores, muchos –como en toda primera vez. Pero grandes aciertos y avances. Todos los objetivos logrados. Universidad Nacional y Municipalidad de Villa María, en articulación con el Institutuo Nacional del Teatro, el público y el inquebrantable apoyo de la gran mayoría de los teatristas locales… entre todos generamos una fiesta. Una verdadera fiesta popular. Mucha complicidad. Y esfuerzo. Y felicidad. Eso es –creo– lo que hubo. Y se vienen muchas fiestas más.