¿QUE ES LO PEOR QUE PUEDE PASAR?

En el teatro "La Salamandra" se presentó la obra “La Prudencia”, una puesta en escena desopilante con una mirada crítica a la sobre dimensión de la inseguridad.

En el Teatro “La Salamandra” se presentó la obra “La Prudencia”, una puesta en escena desopilante con una mirada crítica sobre lo que sucede en el inconsciente colectivo con respecto a la inseguridad en la actualidad.

La obra trata sobre tres amigas que deciden reunirse con motivo de festejar el año nuevo, dos de ellas esperan a la tercera que se encuentra retrasada.
En este marco, el relato se desenvuelve con una fluidez atrapante, en base al diálogo de dos mujeres que aparentemente se encuentran transitando la quinta década de sus vidas. Todo va bien hasta que de pronto, se desata una competencia sobre cuál de las dos se encuentra más enferma, más grave y hasta más cerca de la muerte, ambas insistiendo que sus problemas son mucho más importantes que los de la otra.

Las protagonistas de estas escenas, que ineludiblemente traen a la memoria personas conocidas o situaciones vividas desde cerca, son Mariana Pons (Margarita) y Paula Cañas (Trinidad), con una actuación impecable, personifican una mirada crítica y divertida sobre dos ejes principales; por un lado, las formas de comunicarse entre dos amigas que evidentemente no se escuchan y exageran al extremo sus problemáticas diarias, y por otro, los miedos completamente ilógicos a la delincuencia, a tal extremo de no querer abrir la puerta a su tercer amiga “Nina”, interpretada por María José
Sarmiento.

A partir de allí, un torbellino de conjeturas delirantes envuelve a Margarita y Trinidad, quienes especulan con la idea que detrás de la puerta se encuentre un malviviente con ganas de “cortarlas en pedacitos”, entre otras posibilidades iguales o peores. Sin duda, además de la actuación más que lograda, el pilar clave que sostiene la obra es el guión, escrito por Claudio Gotbeter, que encuentra las palabras y frases justas en todo momento, las cuales resuenan en nuestra cabeza como un dejavú, como una situación vivida, puesta en ridículo en cuestión de segundos.

Crítica y divertida a la vez, la obra dirigida por Valeria Plovanich nos deja con una sonrisa de oreja a oreja, ridiculizando la tensión cada vez más naturalizada de vivir pendientes de la “inseguridad” creada a nuestro alrededor.