PENSANDO EN VOZ ALTA: «DECID NOSOTRES»

Nueva columna sale a la luz, para pensar, reflexionar y volver sobre lo pensado. Por Rocío Ponce y Victoria Russo.

Decid nosotres
El Congreso Internacional de la Lengua Española, realizado en Córdoba durante el mes de marzo, fue el escenario de debates hegemónicos acerca del lenguaje. Como consecuencia de este suceso, se dispararon actividades de resistencia como el I Encuentro Internacional de Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos y las Malas Lenguas. Desde éstos últimos, se debatió acerca de los usos de la lengua no hegemónicos y de aquellos otros
usos que el CILE eligió excluir de su grilla.

¿Qué hacemos cuando hablamos?¿Qué pasa cuando reproducimos discursos?¿Qué es una palabra?¿Qué es el lenguaje?. Todas estas preguntas que están en auge a partir de la discusión que abrió el lenguaje inclusivo en todo el país, son justamente las que separaron los públicos asistentes a los eventos (no casualmente desarrollados en simultáneo).

Usamos las palabras para describir el mundo que habitamos y es la gramática quién prescribe cómo deben hablar las personas. La RAE es en la actualidad – y hace siglos- quién sanciona las formas y significados “correctos” o más “precisos” para referirse a las cosas en habla hispana, materializándolas en lo que conocemos como diccionario. En este sentido, es la gramática la que estructura el uso y el significado de las palabras estableciéndose como una de las instituciones más poderosas, ya que nuestro empleo cotidiano se somete a ella sin razonar. Como toda institución, procura ordenar y normalizar las prácticas y define como resultado un único sentido de las palabras. Desde esta perspectiva, podemos pensar que el uso del lenguaje -nuestra habla¹- es un hecho político. De este modo, si la gramática funciona de manera disciplinaria, como tecnología de poder², para establecer una estructura y un sujetx determinado, diseñado y mercantil, entonces en ésta política lingüística de dominación cualquier grupo específico y acotado que plantee cierta soberanía de uso, lo transforma en un campo de resistencia.

¿Es la “soberanía” que crea el lenguaje inclusivo impulsada por una minoría lo que molesta?¿Qué sucede cuando la norma fagocita la resistencia? Si la resistencia se mercantiliza configura un sujetx consumidor/usuario que pierde su poder político, es decir, se mainstrimiza y vulgariza.

¿Quienes aprehenden estos usos del lenguaje?¿Los define la academia cuando los muestra?¿Es el espacio de las disidencias burguesas sólo el lenguaje de las resistencias? ¿Qué sucede con lxs cuerpxs precarios?¿Tienen que ser las formas de decir “estéticas” para estar vigentes? La academia se apropia de los usos correctos o incorrectos de las palabras -nuevamente diagrama el “mal decir” y el “buen decir”-.

El lenguaje inclusivo no es un capricho de unes poques. El lenguaje hoy es el territorio donde se disputa la guerra del género que anunció Judith Butler allá lejos y en los noventa. Y aunque la colonización intenta ganar la batalla una y otra vez, la lengua se le escapa. Esta sociedad de consumo, publicitaria y enmohecida, decide olvidar en las palabras les cuerpes amputades, hormonizades, gordes, negres, porque no dan ganancia, porque cuestionan la “norma” cultural y fantasmagórica. Díganos Don, ¿qué va a hacer Ud. ahora con sus dos marides?. Decidnos entonces, ¿dónde quedan las palabras robadas?.

Escriben: Rocío Ponce y Victoria Russo.

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1.Son también los cuerpxs los que pelean batallas políticas.
2.Tecnología de poder” es un concepto acuñado por Michel Foucault para designar los procedimientos a través
de los cuales las relaciones de poder se articulan en una sociedad determinada mediante la producción de
regímenes específicos de «verdad» (que identifican o elaboran ellos una verdad a imponer a un sector). Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Tecnología_de_poder