VOZ/S EN LA CIUDAD #3: «LOS BUCLES DE MAMÁ»

Un nuevo cuento inspirado en historias y personas reales de la ciudad. Por Hernán Cuello.

Los bucles de mamá

 

– Vení, no tengas miedo, salgamos un ratito a fugar en la vereda – Dice Luisina a media lengua a otra más pequeña en la cuna.

– No quiero, mamá se va a enojar. ¿Te acordás que pasó la última vez que lo hizo?

– Si, me acuerdo. Pero ahora está más calmada, ya no toma esas piedritas blancas ni baila sola cuando toma agua en botella. Vamos.

– No, mejor no, tengo miedo.

– ¿Miedo a qué?

– Miedo a lo de siempre, lo de todas las semanas, parece que cada vez va inventando nuevas excusas para terminar igual. Ya estoy cansado ¿Vos no estás cansada?

– Si, obvio, pero hasta que pase ese día disfrutemos, juguemos, mirá si mañana nos despertamos y somos adultas.

– Tenés razón, pero avisame si Martha viene.

– No le digas así, decile mamá, a pesar de todo lo sigue siendo ¿No?

– Si – Suspira y lamenta Eugene.

– ¿Vamo a fugá sí o no? – Luisina insiste.

– Ayudame a salir de la cuna porque con estas piernitas no alcanzo la baranda.

– Vení, te hago upa – Luisina usa un pequeño cajón de madera para lograr altura y saca a Eugene de su cárcel.

– Hoy podemos jugar con barro, anoche llovió y hoy está ideal – A Luisina se le llenan los ojos de colores. La pequeña Eugene camina tambaleante hasta la puerta de la salida a la calle, la mayor ayuda tomándole la mano.

– ¿Falta mucho para que venga mamá? Tengo hambre.

– Nosotras no podemos tener hambre, lo sabés. Creo que vuelve dentro de una hora.

– ¿Cuánto tiempo es una hora?

– Lo suficiente para reír.

– Querés que armemos un castillo donde viva Rosy?

– No, porque empieza a ladrar y quiere romper todo, mejor nosotras solas.

– ¡Ya sé! – Dice Eugene – Inventemos una casa donde vive una mamá re buenita con un papá que trabaja mucho y quieren a sus dos hijos.

– No, con un papá no, los papás abandonan a las nenas chiquitas. Mejor saltemos en el charco como lo hace la Peppa Pig.

– Peeepa Pig – Dice Eugene intentando cantar la intro pegajosa del dibujo animado.

– ¿Hoy es ese día de la semana? Pregunta Luisina con temor.

– Creo que es mañana- Responde Eugene.

– ¡¿Que hacen todas embarradas?!

Al intento de decir – ¿Nos podemos bañar solitas?- La madre responde con cachetadas para las dos, las agarra de los pelos y las lleva hasta el baño.

– ¡Les dije mil veces! ¿Todas las semanas lo mismo? ¡Están sucias! ¡Sucias! ¡Sucias! ¿Por qué no me hacen caso?

Se va para la cocina y deja a las dos pequeñas en la bañera.

– ¡Uh! Ahora va a volver – Dice Luisina tomando fuerte la mano de Eugene – Siempre te toca a vos primero- Eugene llora casi sin lágrimas, con un lamento de resignación.

Suena Everybody hurts, canción bella que se vuelve macabra, aparece la madre con un cuchillo muy largo en su mano izquierda mientras lo roza contra la pared.

– Mamá podés cambiarlo – Grita Luisina con desesperación.

Martha da pasos firmes hacia lo inevitable, no escucha o hace como sí.

When the day is long and the night, the night is yours alone.

Al ritmo lento de la canción el cuchillo pesa como tres martillos de Pink floyd.

Eugene intuye que será la primera y se desespera pegándole cachetadas al agua. El pato de goma se hunde para no ver lo que está por suceder.

Dont´t let yourself go, everybody cries and everybody hurts sometimes.

– Podes evitarlo, por favor, mamá – Eugene suplica.

Sometimes everything is wrong.

A veces todo está mal piensa Martha y su cabeza obedece órdenes dictadas por un destino irremediable.

Las dos niñas, resignadas, respiran hondo.

Everybody hurts

El cuchillo se introduce al ritmo tardío de la canción, en la tráquea de Eugene, un gesto como una sonrisa de alivio llega para inundar los ojos desilusionados de la pequeña.

Va por Luisina.

Hold on, hold on, hold on.

En el gesto del rostro infante se entrecruza el horror y la resignación, parece decirle “hacelo rápido, sé que quisieras evitarlo pero hay cosas que están escritas”.

Toma a Luisina de la nuca, siente lo sedoso del pelo fino por entre los dedos, cierra el puño con fuerza. La niña no opone resistencia. Abre la boca, traga agua para que sea más rápido y flota, flota en paz, en la paz que da la muerte, la muerte estoica.

Martha lleva sus manos al rostro y se le inunda la cara en lágrimas. La imagen de las dos flotando en la bañera es una escena que taladra la psique de la mujer.

– ¿Hasta cuándo estaré en este loop de mierda?- Grita al aire esperando una respuesta que jamás llegará.

Corta sus venas y espera su final.

 

 

Luisina despierta en su pequeña cama y ve a Eugene dormir con una media sonrisa.

– ¿Fue anoche? – Pregunta la menor.

– Si, eso quiere decir que tenemos una semana – Dice contenta Luisina.

– Vamo a fugá –

– Si –

 

 

 

 

  • La verdad me parece un muy buen cuento, bastante retorcido por cierto, pero usted no puede presentar un informe policial escrito de esa manera ¿Dónde está la hora de la muerte? ¿Y el modus operandi? Al juez no le va a interesar si sonaba una canción de REM o de Chiquititas ¿Me podes decir que mierda pensás, Canelo? ¡Canelo! ¡Canelo te estoy hablando! Para la semana que viene necesito este informe si o si, tengo a la prensa reventándome las pelotas todo el tiempo ¿Vas a hacer el informe sí o no? Poné lo que encontraste al llegar y algún tipo de suposición y la hora que entraste, nada más, después los forenses se encargaran de los detalles.

La detective Canelo observaba con detenido detalle cada gesto del jefe, como si guardara en una caja mental cada palabra lanzada.

  • Si, te prometo Manuel, para la semana que viene a primera hora del lunes tenés el informe en tu despacho, pero entendeme, es muy difícil escribir sobre mi hermana y sobrinas, eran tan chiquitas –

Canelo traga saliva y vuelve a prometer – El lunes sin falta.

 

  • Lo sé, se la cercanía de tus sobrinas, pero mientras más rápido presentes este informe más rápido vas a poder hacer el duelo. Perdón por pedírtelo justo a vos pero fuiste la primera en llegar al lugar del hecho.

Manuel cierra la puerta y la oficina de Canelo solo queda alumbrada por la vieja pantalla de PC, guarda todo bajo llave, busca un abrigo y sale a la calle pensando que tiene una semana para redactar un informe que convenza al juez, mover todas las pistas para engañar a los forenses y sobornar a quien haya que comprar su silencio.

Le queda una semana para cambiar su cuento por un informe, le queda una semana para que todo, todo comience otra vez.


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