URENDA: «ESCRIBO PARA MÍ, QUE ESTÉ HABLANDO CON ALGUIEN ES OTRA COSA»

Entrevista por Franco Gerarduzzi.

Cinco años pasaron hasta que volví a la escuela de donde egresé. El motivo es —y no puede ser de otra manera— la palabra. Hace mucho calor y, en el amplio parque de la Escuela Superior Integral de Lechería, mientras algunos jóvenes descansan a la sombra de los árboles en silencio, otros se recuestan en el césped como compartiendo secretos con un sol desnudo sobre sus caras. Suena el timbre y pareciera no importar, todos continúan inmóviles, como si el recreo fuera una risa infinita y cómplice que se contagia por la mirada. De a poco, con una quietud de siesta, empiezan a partir hacia las aulas.

Atravieso el parque y llego a la cantina. Me siento en una banqueta y espero. Por las escaleras veo venir a Camila, segura y decidida, con la calma y la potencia de versos jóvenes y pícaros. Vamos a la biblioteca. Está casi vacía. Ella cursa el cuarto año de Ingeniería en Alimentos y está trabajando en su tesis, que consiste en desarrollar un proceso completo de elaboración de licor de miel. «La ciencia es la poesía de la realidad», me dice citando al etólogo y zoólogo Richard Dawkins. Y sus poemas son, en parte, indisociables de esa Camila pronta a ser Ingeniera. Uno de sus poemas, «Espectro», dice: Estamos en/ extremos opuestos/ del espectro// Ultravioleta// Infrarrojo// no importa/ lo esencial// es que nadie/ nos ve.

La escritora tiene necesidad de comunicar(se) sus sentimientos, sus historias, de mostrar la persona que hay detrás de cada verso, desvistiéndose en la palabra. En su poema «En pocas palabras» deja entrever el miedo que tenemos a decir quiénes somos, a develar esos versos que nos consolidan y constituyen: Es gracioso,/ ¿Verdad?/ La gente teme/ al lápiz y al/ papel.// Yo le temo/ a la gente. Camila es poesía y es, como el título de uno de sus poemas, «Indeleble»: Las palabras/ una vez escritas/ quedan […] Porque aquello que se/ escribe con la/ tinta de la/ vida no lo/ borra la/ consciencia. Camila, en el desorden de la cotidianidad, toma palabras de por aquí y de por allá, las ordena y las comparte para que nosotros, en la lectura, generemos un nuevo desorden.

 

LA FAMILIA Y LA CIENCIA

Mis papás son ingenieros. Mi papá es ingeniero electromecánico y trabajó en relación con plantas que producen alimentos y otras que no. Hizo también parte del trayecto del técnico lácteo pero no lo completó. Trabajó para la Nestlé, entonces hizo las materias vinculadas con la lechería. Y mi mamá es ingeniera química, también con una especie de orientación a los alimentos. Aunque ahora no ejerce, también estuvo mucho tiempo en mantequeras, en universidades tecnológicas.

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En un principio tenía la idea de estudiar medicina. Pero cuando llegué a sexto año del secundario, me di cuenta de que todavía no había pensado realmente en la universidad, no había empezado a estudiar para el cursillo, no tenía claro dónde iba a vivir ni tampoco me había hecho la idea de irme a Córdoba, por ejemplo. Cuando nos toca hacer la tesis de sexto año, se hace un pequeño trabajo de investigación sobre un tema. Todos elegían cuestiones relacionadas a las ciencias naturales, a la biología. Yo decidí trabajar sobre la manteca. En ese momento me plantearon que ese tema no era el más adecuado si iba a estudiar medicina. Sin embargo a mí me gustaba eso. Así me di cuenta cuenta de que estaba más para este lado. Finalmente, cuando me puse a pensar al respecto, entendí que tenía sentido principalmente por la formación que había tenido en mi casa y acá (ESIL). Fue un alivio.

 

SER NERD

Para mí el «nerd», más que el traga, es aquél al que le gusta aprender por una cuestión propia de que disfruta del conocimiento, le gusta saber, comprender y ser consciente de todo lo que lo rodea. Además le gusta ayudar, resolver problemas, participar, trabajar.

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Pensemos en aquellos a los que les gustan las letras. Si uno se sienta a escribir en el fondo del curso en un recreo, se acercan y empiezan las preguntas: «¿Qué hacés?» «¿Por qué estás escribiendo?» «¿Por qué no salís al recreo?» Entonces, no es tanto por el nerd en sí, sino por el diferente, el que no está paveando como cualquier otro. Tuve algunos enfrentamientos pero no me lo tomé como personal porque más allá de lo que me digan, me importa más lo que disfruto haciendo las cosas que me gustan. Y en la universidad se va eso. He conversado con compañeros que me dicen, por ejemplo, «yo era el pavo que se reía de esos que se quedaban en los recreos dibujando o escribiendo y ahora me doy cuenta que son los que mejor llevan esta etapa posterior».

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Cuando camino por la calle, por mi manera de ser y de vestir, me ha pasado que se me han reído en la cara y esas cosas no puedo esconderlas. De chica era más acentuado porque los chicos no tienen filtro, que es algo bueno y malo a la vez.

 

MÁS ALLÁ DE LA POETA

No soy una persona solitaria, para nada. Estoy un día en mi pieza y me muero. Siempre estoy con mis amigos, con mi familia. No podría estar sola.

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Siempre trato de no estar en mi casa. Me voy a caminar, escucho música, me junto a tomar la leche con alguien o estoy con mis viejos. Si ves mis fotos de Facebook estoy con mis amigos, con los chicos del curso.

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Iba mucho a Mundo. No faltaba nunca. Ahí estaba toda la semana pero ahora cerró. Este año estuve más tranquila. Por la tesis hace un par de días que no salgo. Siempre estoy con amigos, jodas en casas. Alguna que otra vez voy a boliches también porque tengo amigos que van y cada tanto los acompaño. Pero no es mi ambiente habitual.

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Cuando me miro al espejo veo a una chica que desea que la escuchen y la comprendan.

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Veo también a alguien que es muy segura de lo que hace. Una Camila segura, pero como dual, que no puede ser una persona, que tiene que ser Camila la técnica o la ingeniera, o Camila la escritora. Son dos personas distintas.

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Respecto de mis proyectos, nunca los abandono ni soy de tener cambios bruscos. Sin embargo, con las personas me cuesta mantener relaciones. Con mis amigos me sorprende el vínculo que tenemos porque les hable más o les hable menos, seguimos juntos. Soy una persona que precisa más de verse, de contacto. Mediante lo virtual, contrariamente a lo que soy, me cuesta más expresarme con los conocidos.

 

LAS INFLUENCIAS

Mis viejos me inculcaron la lectura desde muy chica a mí y a mis hermanos. Desde libros para bebés, pasando por libros en inglés y en español, hasta todos los didácticos del tipo fisher price. Después, con los años, uno pasa solo a la literatura un poco más de niño. Y de ese modo empecé a leer sola todo lo que caía a las manos.

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Leía muchas novelas de las clásicas. Ahora, siendo sincera, leo mucho menos. Pero en ese momento estaba leyendo mucho Orwell, Salinger. Bukowski todavía no había empezado a leer. Algo de Neruda también, pero muy poquito.

 

FABIA GÓMEZ, EL PUNTAPIÉ

Con anterioridad al taller de Fabia Gómez —en el que ingresé mientras cursaba el secundario— sí escribía algo, pero nada de poesía. Antes de incorporarme a su taller, hice un año de iniciación a la guitarra pero éramos muchos y todo era medio caótico. Al año siguiente me lo replanteé y me anoté a literatura, taller en el que siempre hay vacantes (risas). El primer día de taller, Fabia nos hizo sentar afuera, en el predio, y en una hoja nos hizo escribir nuestras metas para el taller, las cosas que nos interesaban, con el objetivo de ir conociéndonos. Entonces, por ejemplo, nos preguntaba: ¿Qué nos gustaba leer? ¿Cuáles eran nuestros autores? ¿Qué sabíamos escribir y qué no? Puse que no sabía escribir poesía y que me gustaría hacerlo. Ella se lo tomó muy a pecho (risas).

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Fabia nunca me enseñó nada de teoría, así que si nos ponemos a hablar de cosas más técnicas del asunto literario, no sé decir nada. Yo no sé por qué hago lo que hago, te voy a ser sincera. Lo que hacía Fabia era traer distintas modalidades todos los días. Un día nos proponía escribir escalones. Entonces, empezábamos con una palabra, después con dos, tres y así íbamos armando una historia. Otro día la propuesta era escribir chistes. Y así distintos aspectos.

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Un día llevó todos libros de pintura. Empezamos a buscar —recuerdo toda la mesa repleta— y cada uno eligió un libro. La idea era, por ejemplo, si veías una mujer tocando el piano en un cuadro, preguntarse por qué el pintor había pintado esa mujer; o qué estará tocando; o por qué toca y a quién le toca; si es de día o de noche. Fabia nos hacía esas preguntas que eran disparadores para que uno empezara a maquinar. Agarré un libro de Dalí y me quedé con un cuadro que era la separación del átomo. Tiene una especie de cuadrado de mármol con un núcleo dentro, hay estatuas dando vuelta, hay tinteros. Muchos símbolos. Entonces, más que sobre el cuadro, escribí lo que Dalí sintió al hacer el cuadro, describiéndolo un poco, hablando de la imaginación, de lo que el tipo sentía. Ese fue mi primer poema. Salió solo.

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Tenía el preconcepto del poema del tipo rima como los de Bécquer. Más complicado, más tedioso. Entonces, a esto lo empecé a derribar con Fabia. Ella me decía, por ejemplo, que no pusiera comas. Me decía que escriba como más me guste. Me lo decía con una soltura, que en un momento me planteé: «Tiene razón. Si el arte es arte, voy a escribir como quiera. Qué tengo que andar pensando en las sílabas, la métrica». En ese sentido digo que no entiendo nada. Me dijeron que no había reglas.

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Antes escribía todo con rima y tenía que tener cierto sonido. Salir de eso me costó años.

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Fabia siempre me dice que tengo oleadas. Hay meses en los que escribo un montón, y después puedo estar dos meses y te escribo tres poemas —que para mí es poco—. Sin embargo a esta altura tengo más o menos incorporado que es así, tengo esos vaivenes. Ahora estoy ocupada, tengo la cabeza en la tesis, en terminar el año, hicimos muchos viajes. Entonces es entendible que no esté pensando en esos términos.

 

«CRÓNICAS DE UNA VIDA DESORDENADA»

Crónicas (Blog) tiene mucho más que el libro. Sale el año en el que empecé el taller de Fabia —que fue a principios de 2012—. Tenía una amiga que era una visionaria. Todo aquello por lo que se interesaba se ponía de moda o se masificaba. Ella tenía Tumblr en una época en la que, por lo menos la gente que yo conocía, no usaba. Vi el contenido que se subía y me gustó enseguida.

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Desde el momento cero elegí poner sólo mis cosas, porque hay dos tipos de personas en Tumblr. Está el que sube contenido y el que lo comparte. Entonces se crean blogs medios caóticos en los que uno ve cosas que le gustan, como poemas, videos graciosos o fotos lindas, y las reblogea. Se genera un caos de contenido. Decidí, por ende, poner sólo mis poemas porque si empezaba a reblogear cosas se iba a perder lo mío y después encontrarlo era un bardo. Al principio no lo veía nadie, no lo seguía nadie, pero nunca lo abandoné. Recién ahora le dan un poco de bola, porque para lo que es Tumblr, la movida es mucha.

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Recopilé los poemas que había escrito con Fabia y los que había escrito en mi casa. Fueron cinco años de juntar poemas. Decidí, entonces, hacer un poemario compilando, no lo que para mí eran los mejores poemas, sino los que consideraba más representativos.

 

[LA TAPA, UN RECUERDO IMBORRABLE]

Como hicimos un compilado de cinco años de adolescencia – juventud/adultez, y la temática del libro está basada en todo lo que uno vive durante esa etapa, desde un principio me gustó la idea de que mis amigos tuvieran participación en algún aspecto porque son de lo mejor que tengo. Siempre tuve la idea de hacer un collage, pero no sabía ni de qué ni cómo. Soy media así. Tengo una intuición y voy por ese lado.

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La tapa es lo mejor del libro. Un día saqué todas las revistas que tenía en mi pieza —Anteojitos, Billiken—, compramos unos bizcochos, unas facturas, una gaseosa y nos pusimos a recortar. Fue un disparate. Quien documentó todo fue Paula Monesterolo. Si uno mira las fotos, se ve que todos nos divirtiendo, haciendo disparates. Fueron dos sesiones: la primera hicimos todos los recortes generales de las cosas que me gustaría que estuvieran, y la segunda fue ensamblado y pegado.

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Está llena de guiños. Hay termómetros, hay una palanca —Arquímedes decía: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo»—. Hay a un Newton que dice: «Olvídese, todos los inventos son nuestros» y está patas para arriba —hicimos un Newton antigravitatorio (risas)—. Por ejemplo, me gusta mucho la pizza también, así que pusimos dos o tres. Hay ecuaciones. Está el cuadro Guernica de Picasso. Pusimos la lata de tomate de Andy Warhol de la que, del interior sale la estatua de la libertad. Además hay un WaltDisney que sobre los ojos tiene una especie de zócalo que dice “cosa seria”. Después está Gardel con un montón de chicas y dice “víctimas de la terrible sequedad”. Hay un corazón que pregunta: “¿Insisto?” y otro que le responde, “Eso no será necesario”. Hay también un mundo cuyo centro es un vinilo, porque a mí me gustan mucho.

 

«LA MAÑANA DESPUÉS»

Sabía que iba a sacar un segundo libro porque, cuando hablaba del primero decía: «Este es mi primer libro», como si hubiese sabido que iba a haber un segundo en algún momento. Son estas cosas del inconsciente que uno planea sin saberlo. Con lo del mecenazgo voy a presentar otro y veré cómo le va. El proyecto está. Hay que ver qué respuesta tiene desde el municipio.

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Va a ser un poemario más maduro. Es una selección de lo que he hecho en este año y parte del 2015 —lo que no llegó a Crónicas porque no se correspondía con ese concepto—. La mañana después es ese momento de reflexión que tenés después de una noche de joda, insomne, una noche que pasaste conversando con tus amigos. La noche es un momento muy particular en el que se pueden dar pensamientos muy profundos. En la noche todo te pega más, la soledad, la felicidad. La mañana después es el momento en el que uno se distancia de la noche anterior y se pregunta qué pasó. Uno es ajeno a eso que le pasó la noche anterior. La mañana después es ese espacio de reflexión después de algo muy emocionalmente cargado.

 

LA POESÍA, COTIDIANA

La poesía es la manera que tengo de contar mis vivencias de modo tal que los demás puedan entenderlas, compartirlas y sentirse identificados. Es una manera de comunicarse. Tiene que ver más con que los demás acepten otras realidades y no tanto con aceptarme a mí.

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Escribo para mí. Que esté hablando de alguien es otra cosa. Esa es la distinción que quiero hacer. Escribo para mí porque tengo esa necesidad de contar las cosas que me van pasando.

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No tengo un momento definido para escribir. Tiene que estar la idea. Hay ocasiones en las que tenés algo para decir pero no sabés qué. Hay una presensación. Es como un estado emocional.

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Creo que ahora la poesía tiene más visibilidad. Hoy, las redes sociales como Tumblr, Twitter y Facebook te permiten compartir contenido de una manera más estética, más visual y eso posibilita que tenga más llegada. Esa es también una de mis intenciones, tratar de no hacer la misma poesía del tipo texto en bloque, porque al que la ve le da vagancia leer. En cambio, por ejemplo, si ponés la letra de máquina de escribir y usás algún efecto, generás más visibilidad.

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No sé si está de moda, nunca se me ocurrió pensarlo. Hoy te diría que no. Sí tiene más visibilidad por la manera en la que compartimos contenido. Lo mismo sucede por ejemplo las bandas indie. ¿Por qué? Porque antes el chabón tocaba en el garage de su casa y nadie lo escuchaba. Hoy puede subir a «Bandcamp» una demo y lo pueden escuchar muchos más. Entonces uno piensa que ahora está lleno de banditas. No, antes también estaban pero no las veías.

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Estuve hablando con Gustavo Borga y él dice que todos «copian». Es cierto, siempre partimos de un referente. Es ahí cuando surge la creación humana. Mirá lo que hizo este tipo, yo quiero hacer algo como él. Y después uno se va encontrando. Cuando leí a Bukowski vi que él explicaba cosas de todos los días, o cosas oscuras, bares, putas, pero de una manera tan bella. A algunos les resulta chocante. A mí me parece que es muy bueno lo que hace. Entonces cuando lo leí, me di cuenta que me gustaría contar las cosas de todos los días con esa simpleza. A mí me dan ganas de decir y escribir lo que yo leería. Es decir, cosas sencillas pero que te peguen una trompada.

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Nunca me planteé vivir del arte. Pienso vivir de lo que hago como técnica e ingeniera más adelante. Esto te libera de un montón de cosas. No tenés presión.

 

MIEDOS

La gente tiene miedo de decir «Ésta es la persona que soy». Tiene miedo de expresarse. Yo no. Sí le temo a lo que la gente vaya a decir de cómo me expreso.

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Nunca me llegó una carta diciendo que lo que escribo es horrible. Por suerte siempre es con mucho amor, buena onda, desde todo el mundo y eso es parte de lo que me motiva. No me la creo, pero si a mí me dijeran, levemente, «Che, flaca, fijate este poema que no va», me tiraría muy atrás.

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Una vez compartí con Borga el miedo a fracasar, de que algún día escriba y piense que tal cosa es buenísima, la comparta en Facebook y a nadie le guste. La no identificación con la gente. Que no te hagan devoluciones. La indiferencia es lo peor. Igualmente, aunque a la gente no le guste, uno tendría que seguir escribiendo porque son sus cosas. Es su historia.

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Crónicas es, para Camila, el concepto de la multiplicidad de emociones. Y esa multiplicidad es, en la adolescencia y en la juventud, el desorden que nos atraviesa y nos confunde con la potencia de una mirada. Ese desorden rebelde, que no se deja leer como si fuera un verso travieso. Cerati ya dijo que sacar belleza del caos es virtud. Yo me tomo el atrevimiento de repetirlo. Y Camila, de hacer poesía y compartírnosla.

 

ANTOLOGÍA DE DECLARACIONES

Me dolés.

Vos sos mi
sangre,

mis cicatrices,

el aire que hay
entre mis costillas,

las líneas de
mis manos,

mis ojeras.

Me dolés y es por
eso que te necesito

ridiculamente lejos,
o excesivamente cerca,

para poder
respirar.

Vos me pertenecés
y ya no le pertenecés
a nadie,

¿Que sentís
cuando te escribo?

me preocupa
que no sepas que

por más que te tomen
un millón de fotografías

no habrá cosa en este
mundo que pueda describirte

mejor que cualquiera
de las palabras

que he pronunciado
en tu nombre.

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SOLO TE QUIERO CUANDO NO HAY NADIE CERCA

Así,
en secreto,
sos la afirmación
de que no quiero lo mejor,
sino que prefiero
dulces
derrotas.

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VERBORRAGIA

Me dijo

“Escribís para desahogarte,
¿verdad?”

y me fui
terriblemente
ofendida
por semejante
ignorancia.

Yo me ahogué
hace tiempo.

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PUBLICACIÓN

– Crónicas de una vida desordenada (El Mensú Ediciones, Villa María, 2015).

BLOG

http://camurbia.tumblr.com/

 

Fotografías por Paula Monesterolo.