Tenemos nueva columna literaria! Conocé el maravilloso mundo de José Daniel Barbero.

SÍSTOLE Y DIÁSTOLE.

Yo le pido que cierre los ojos

que palpe con sus manos el terciopelo,

la sábana rebozada de madrugadas,

el inconfundible aroma de la piel

¿cómo hacemos para sobrevivir por las noches?

tan vulnerables y descosidos,

tratando de enhebrar nuestros cuerpos en la tenue penumbra,

jugando con los destellos urbanos que desde lo alto ingresan por la ventana.

Le dejo que hagamos música,

que me cante respiraciones pausadas y afinadas al oído.

Ahora le pido (por favor) que piense

en la carne, en los celos

en el desenlace de los cuerpos

respíreme, respírese a fuego lento.

Le pido de rodillas que me respete el sudor,

el llanto etílico,

el dolor inconmensurable y esotérico

porque yo sé muy bien que el pecado sabe a su epidermis,

que se hunde en el recuerdo miope y decadente.

Sobreviviendo en la más sórdida soledad le pido que no me suelte

y en la brisa me vuelve a relámpagos su perfume,

inundando todo mi hábitat,

creo que me encanta(s).

Recuesto mi cabeza en su pecho

Y puedo escuchar:

“Sístole te quiero,

Diástole para siempre”.

AMARFABETO

, -ta adj./s. m. y f.

1   Se aplica a la persona que confunde y mezcla constantemente la razón con el corazón y viceversa, sin concluir en un acuerdo nunca.

2   Se aplica a la persona que se encuentra en un estado inerte y neutro, esperando chocar ocasional o intencionalmente con otra(s) personas que se encuentran en su misma situación, para poder así, juntos, salir de ese estado.

3   Aquél que no sabe o no puede amar, en todos los sentidos de la palabra.

Dicen que cuando dos Amarfabetos se cruzan y se toman de la mano, florece una esperanza y una margarita para deshojar mientras cuentan una historia.

Por: José Daniel Barbero.

Ilustración: Sofía Liendo.