EL NUEVO DISCO DE RAISERS, CANCIÓN POR CANCIÓN

Néstor Coco Cabrera repasa el nuevo disco de esta banda de la ciudad.

Sin ánimos de exagerar, el disco homónimo de Raisers a punto de salir será (junto con el próximo “A paso firme” de  Iridio) los nuevos parámetros del Metal del centro del país. En el caso puntual de Raisers, la banda mayoritariamente villamariense logró un disco de nivel nacional, que los afirma con creces como los máximos referentes del Metal Industrial de la provincia y los deja a tiro de conseguir una carrera a nivel nacional.

Los invito a leer mi opinión en forma de review, en donde dejo bien en claro que me parece que es una obra dividida en dos parte: en la primera, la banda deja en claro que pertenecen al Industrial Metal y en la segunda nos dejan saber cuales pueden ser los pasos futuros, sonoramente hablando.

Redención: Una confesión oscura, facilista, que un asesino serial de niños le participa aun cura o integrante del clero, es la trama principal de la canción que da el puntapié inicial al disco. Todo está ambientado como si la historia transcurriera en una iglesia o catedral, los climas de los teclados contribuyen mucho para lograr ese fin. La descripción atroz de los crímenes que comente este asesino es la parte del clímax de la canción, que juega con una lógica casi animal, muy primitiva, de alguien que cree que obtendrá un perdón divino rápido y sin más trámites que  una confesión. Notables son el sonido de batería  a lo largo de todas la composiciones y la contundencia de la sección de cuerdas, donde guitarra y bajo logran una distorsión seca, mecánica, propia de los mejores discos del Metal Industrial.

Una gélida historia: Con un comienzo a puro New Metal, la canción nos sumerge en un paisaje que no nos es cercano a los cordobeses, por lo menos a la gran mayoría, pero que tampoco nos difícil de imaginar. Contada en tercera persona, el narrador sabe de ante mano lo que va a pasar con los dos protagonistas y con una ironía cruel lleva adelante el relato. Destacables los climas que logra Luciano Ragusa con sus teclas, aportando oscuridad (muy necesaria en Raisers) y sutileza a la vez.

Mi perdición: Una batería que surge como de una caverna es el prólogo de la canción, en donde queda claro que para Raisers no solo son inspiración las miserias ajenas. Es una canción de amor desesperado, casi enfermizo, donde las ausencias se convierten en acusaciones. La guitarra de Guillermo Carballo es la que se lleva el protagonismo sonoro, con machaques cortantes que pareciera que le ponen límites a los arreglos de los teclados”.

Entrecadenas: la palabra creada por la banda es ideal para describir un relato opresivo, claustrofóbico, con un grito de desesperación que se acrecienta con el correr de los segundos. Melodías arabescas y cortes alla Metalcore (mucho tiene que ver en esto el estudio donde grabaron, cuna del Metalcore cordobés), donde los coros con voces guturales toman una importancia mayor que en otras canciones. Los teclados por momentos recuerdan a la música Pop de los 80’s, que ayudan a reforzar lo que el protagonista tanto añora.

Envejecer: Un comienzo bien Industrial, electrónico que le dan el paso un riff muy poderoso, bien típico del Industrial Metal alemán, una de las grandes influencias para la banda. La claustrofobia vuelve a hacerse presente, en una historia que parece contada por un enfermo terminal, que lucha por seguir viviendo pero que no deja de reprocharle al mundo por su situación angunstiante. La canción más rápida de todo el disco.

Llora el cielo: Una despedida triste, una pérdida que duele y provoca una gran desazón. Excelente el arreglo de guitarra que recuerda vagamente a Linkin Park, en donde la banda muestra la ductilidad para ambientar las canciones, no atándose solo a los estándares del género Industrial.

Demente: Una isla sonora dentro del disco, donde Raisers incursiona  de lleno en el New Metal (con toques de Metalcore también). Riffs potentes, entrecortados, donde hasta el teclado parece perder la tan característica melodía de la banda. Es una historia lacerante, que muestra a un protagonista enfermizo, que se hace cargo de sus malevolencias internas.

La casa del juego: la canción más polémica y la más engañosa también, donde se mezclan el infanticidio y la justicia por mano propia. Una apuesta arriesgada, donde la sección de Rap gana protagonismo, aportándole un aire de protesta callejera. El comienzo parece sacado de una película de George Romero. Una de las canciones que formaron parte del demo de difusión grabado hace unos años por Raisers, que ganó en consistencia y credibilidad en ésta nueva versión.

Craneopago: Una desgarradora historia sobre una inevitable elección, en donde la música juega casi como un réquiem. Otra canción estratégicamente ubica en el tracklist, en donde claramente la segunda mitad del disco puede darnos pistas de una futuro sonoro para la banda, donde el Core y el New Metal ganen más protagonismo.

Sin ti: Las miserias propias vuelven a aparecer en esta canción a medio tiempo, que funciona como una refugio oscuro, en donde los lamentos pudieron ser canalizados como disparadores creativos. Un lento podríamos decir, bajo la retorcida mirada de la banda que es su sello.

No me dejes caer: Muy en sintonía con la canción anterior pero dejando una esperanza en el aire. Paisajes muy fríos, con un lacónico teclado de introducción, en donde el desamor vuelve a ser el tema central. La canción ideal para cerrar el debut discográfico oficial de Raisers, donde vuelvo a remarcar el soberbio sonido de la batería y la contundencia de los riffs de guitarra, apoyados en el muro de graves que logra Giuliano Bondi.
En definitiva el homónimo debut de Raisers es una muestra de consolidación como los referentes provinciales del Industrial Metal, donde las oscuridad en las letras y el sonido llevan a oyente a paisajes incómodos pero por eso menos reales.

Disco grabado en AV Estudio.

 

Coco Cabrera para WAM.
Fotos de Marcos Ferrari Fotografía