MONUMENTOS QUE CONMEMORAN CON LUZ, LAS SOMBRAS DE LA HISTORIA

Texto por Analia Godoy.

El arte, la magia y la vida fueron juntos, desde el origen. El bisonte fue dibujado y atrapado. La Venus fue amuleto y existencia. La pirámide fue fé y poder. El arte hace otra la realidad.

En Villa María no hay cuevas con bisontes que mágicamente transforman la vida. Hay esculturas de colores que la celebran y se transforman colaborativamente: “Descendencia, mientras el lobo no está” es un grupo escultórico realizado por Gabriela Manfredi en el año 2001, que encarna la alegría de estar vivo y la posibilidad de seguir jugando.

En Villa María no hay pirámides con objetos para la otra vida, hay un reloj de sol que nos marca la ausencia y la muerte: “Memoria sin tiempo” fue pensado por familiares de desaparecidos con la necesidad de hacer presente la ausencia. Fue inaugurado en el año 1993.

En Villa María no hay Venus, símbolo de fertilidad, hay una mujer embarazada escapando de la muerte: “Nunca más” es un monumento realizado por Cristina Gonzalo que nos habla del encierro, la asfixia y el dolor. Inaugurado en el año 1997, reinaugurado en el año 2015.

El arte en la calle dice. Dice la voz de un pueblo y su historia, hace presente un tiempo pasado. El arte en el espacio público es memoria, es luz, historia viva.

El arte remueve miradas, recuerda, avisa, transforma. Es magia que hace sangrar heridas del pasado.

Tres son los monumentos que conmemoran con luz las sombras de la historia. Tres monumentos nos acompañan día a día para no olvidar las vidas arrancadas y torturadas. Monumentos que son objetos de memoria, eco de un llanto que nunca más dejará de sonar.