MONÓLOGOS DE PERSONAJES SIN CUENTO: #15

"Escondido a la vista", el nuevo monólogo de Tebby Vargas para comenzar la semana.

“Escondido a la vista”

Hoy me despertó una llamada por celular, de un número que no conocía, de una persona que seguramente algo quería.
Me costó segundos atender, pero lo hice sabiendo que alguna recompensa iba a tener…

Lo dejamos ahí…

Estoy enojado
Molesto
Siempre hago lo que siento, pero me cuesta mucho lograr hacer lo que quiero.

¡Mentira!
La verdad es que lo que lo que quiero siempre es lo que siento.
Me contradigo pero simplemente porque estoy enojado.

Me miré cuarenta y tres minutos en el espejo de mi pieza recién.
Pensando en cosas malas
Pensando en la cantidad de palabras inútiles que recorren nuestras vidas.
– [ ] Palabras con algún sentido o significado, frases, oraciones, textos, palabras que se leen, que se escuchan, palabras malas, que dicen cosas interesantes pero negativas, son palabras que son tan insignificantes en nuestras vidas que significan algo, y ese algo te hace sentir… Sentimos con el corazón, con la mente, sentimos con nuestros oídos y sentimos mirando. Sentimos leyendo, sentimos escuchando, sentimos amando y sentimos pensando, podemos lograr sentir imaginando pero aún más, sentimos hablando.
– [ ] Y eso es lo que me duele tanto. Que sentir cada palabra, sea como escuchar el ruido a leña seca partiéndose.
– [ ] A mí me pasa que muchas veces las palabras me hieren. Y me hieren mal
– [ ] Una vez me pasó que algo me dolió tanto, que estuve seis días sin poder hablar. Me quedé callado casi ciento cincuenta horas, me compré unos tapones para los oídos por internet y así la pasé mejor.

Opté por quedarme callado porque la verdad me sentía mal, me dolían las palabras.
Me apoyaba entre cuatro y tres veces en farol de la vereda durante un día a pensar frases y palabras que me habían dolido en ese momento.
Todo empezó por una conversación que no importa mucho por más que sea el motivo de mi enojo.

La cuestión es qué hay dolores tan fuertes que no dejan marcas ni se ven
Los dolores fuertes se sienten, obvio.
Pero están tan escondidos que si en una persona no se ven, es porque todavía no la conociste.
Un taxista me contó, que una vez llevó a un tipo, que no paraba de llorar. Me dijo que se subió a su auto y le pidió llorando que lo lleve a su casa. Durante el viaje no dejó de llorar, él le pregunto que le pasaba, y le respondió llorando “tengo un dolor tan grande, que lo no puedo aceptar y cada día me duele más” al rato le dijo “No se preocupe por mí, hace como un mes que no dejo de llorar, ya es como un TIC.”
El taxista le preguntó que era ese dolor, y él le contestó que no podía mostrarle porque no se veía, pero que quizás con una conversación se le pasaría.

Llegaron a destino y el tipo pagó, dejó el vuelo y se fue llorando.
El taxista nunca más lo vio.

Después de un mes de que me cuenten esto. Iba caminando tipo cuatro y veinte de la mañana por mi barrio y escucho a una persona llorar.
Seguí el sonido y encontré un chico, de aproximadamente unos treinta y cuatro años, sentado arriba de un árbol en la plaza, llorando, llorando, llorando, y llorando mucho.

En ese momento me acorde del taxista y la conversación que había tenido con esta persona que no dejaba de llorar… entonces desde abajo le grité
“Ey!! Porqué no aceptas ya ese dolor que lo único que te genera son lagrimas imbécil”

En ese instante el tipo dejó de llorar. Bajó del árbol, se acercó a mí corriendo, se frenó a mi frente, muy cerca, tan cerca que podía sentir su respiración y ver el color de sus ojos.
Respiró profundo y me dijo:
“El disfraz nos limita”

Se fue corriendo
Me quedé solo
Nunca más lo vi
Pero algo aprendí.

Por Tebby Vargas.