MONÓLOGOS DE PERSONAJES SIN CUENTO #39: NO ME VAS A CREER

Tebby Vargas y un dilema de encuentros y desencuentros. No te pierdas su nuevo escrito!

No me vas a creer

Me encontré quinientos mil dolares,
entre un montón de hojas secas, de otoño.
Me encontré toda esa guita, adentro de una bolsa grande, de papel madera, esas
de panadería… tenia olor, a perfume caro.
no lo podía creer
mi corazón se aceleró
mi frente sudó
y todos mis sueños, deseos,
por un momento
se hicieron realidad.

Yo estaba jugando en la plaza, con mi pato, tenia un pato de mascota,
chiquito, hermoso, se llamaba Sigüi, lo tenía adentro de una caja de
cartón, de hojas A4, en el piso de color verde, que tengo en la cocina
de mi casa.
El es un pato especial, cada tanto lo llevo a la plaza, para que nade
en el cantero de las plantas, que se llenan de agua cuando el placero
riega.
Al pato me lo regaló mi hermana, lo había comprado a ocho pesos en la rural.
Pensé en tenerlo hasta que crezca, y después llevarlo al campo.
Pero él era especial, a la noche, tipo 23 hs, Sigüi hablaba, era
increíble, podía mantener conversaciones, y me contaba todo lo que
escuchaba mientras yo no estaba, era bastante botón, pero era algo
único, él ya era mi amigo.
¿Dónde viste un pato que hablara?.
Pero solo hablaba conmigo, con ninguna otra persona lo hacía.
El primer día que me habló, pensé que estaba alucinando, pero él
contestaba mis preguntas, tenia una voz de persona con cincuenta años
bien vividos.
Me contaba que de noche soñaba que volaba.
Ese día pensé que ya está, que iba a ser rico, era algo insólito,
sobrenatural, era fantástico, no solo iba a estar en todos lo
programas de televisión, si no que iba a recibir mucho dinero,

de gente que iba a querer investigar el fenómeno, o simplemente

comprarlo.
Pero Sigüi, solo hablaba conmigo, no se dejaba filmar, tampoco hablaba
en lugares públicos, con él charlé miles de veces, sobre porqué no
quería hablar con otras personas, pero siempre decía, que yo no
merecía eso.
Osea, que si le decía a alguien, que mi pato hablaba, seguramente me
tratarían de loco.

La cuestión es que me encontré tanta plata junta, paseando mi pato,
que cuando la agarré, la tome con mis manos y la tapé con mi campera,
haciéndome el pelotudazzzooo…
Me fijé que no venga nadie cerca, y me fui caminando rápidamente a mi
casa, sin levantar la mirada del suelo.
Temía que alguien me llame, me grite o me pregunte, si había encontrado algo.
Caminé dos cuadras, crucé la calle, llegué a casa, con una sola mano
abrí la puerta, mientras abrazaba esos hermosos fajos de billetes de
100 usd,

entré,
subí las escaleras hasta mi pieza,
cerré la puerta,
la ventana,
me senté en mi cama a reflexionar,
sobre qué hacer…
Me puse
a contar el dinero.
Esos billetes olían muyyyy bien.
Era la primera
vez que veía tanta plata junta.
Comencé a contar cuanto había, y me acorde, que en la plaza, me había olvidado
el pato.
Bajé corriendo, hice dos cuadras en treinta segundos, crucé la calle,
y vi de lejos a una chica, con Sigüi en brazos, buscando algo, entre
las hojas.

Fue ahí, cuando me pregunté…
¿Qué cuesta más?
¿Qué tiene más valor?
Me di vuelta…
volví triste a mi casa,
yo lo quería.
él era malo conmigo.
Pero seguramente
algún día
él le contará la verdad.

A los tres meses, una chica tocó mi timbre, llorando, diciéndome, que
sabía todo.
Que yo, le cague la vida.
Me denunció. Hizo un escándalo.

Pero su único argumento
fue decir que se lo contó un pato.
Hoy, ella vive
en un psiquiátrico.

Al final, un sorete el pato.
Por Tebby Vargas.