MARINA RUBINO: «HAY QUE ELEVAR LA CATEGORÍA DEL TESTIGO»

Hablamos con la directora del documental Yvonne, que se proyecta hoy en el Espacio INCAA. Por Roque Guzmán.

Hoy, jueves 16 de mayo a las 21.30 horas, se exhibirá en Espacio INCAA Villa María: Yvonne. El largometraje documental recorre la vida de la religiosa Yvonne Pierron. La entrada general es de$50 y $25 para estudiantes y jubilados.

Como ella misma se presenta, fue “testigo” de muchas atrocidades, tanto de la Segunda Guerra Mundial como de la dictadura militar argentina y la única de las tres monjas francesas que pudo escapar de la crueldad del régimen dictatorial. Alice “Cati” Domon y Léonie Duquet fueron detenidas y desaparecidas bajo el gobierno de facto. Sin embargo, Yvonne supo ser también testigo de los movimientos populares de toda América luchando siempre al lado de aquellos que sufrían injusticias.

Dialogamos con la directora del film, Marina Rubino. Se trata de la artista y docente, que dirigió Tunteyh o el rumor de las piedras y que presenta su segundo largometraje a cargo de la dirección y el guión. La realizadora cordobesa se refirió al proceso de producción del largometraje, al valor de “ser testigo” y a la utilización de la tecnología para construir “memoria”, entre otras cuestiones.

Entrevista

¿Cómo nace “Yvonne”?
-El origen tiene que ver con retratar a través de este personaje, 60 años de historia Argentina. Yvonne es un poco la excusa para eso. Para mí es muy importante elevar la categoría del “testigo”, de una historia y de los juicios por la Memoria, la Verdad y la Justicia. La conocí a Yvonne porque militaba con mujeres indígenas y nos sensibilizó bastante en la lucha de los pueblos indígenas. Conocía la historia de las monjas francesas y sabía que había una que logró escaparse. Y si bien parecía algo épico el haberse escapado del mismo destino que sus amigas, la vida de Yvonne está lejos de ser la de una heroína. Es muy fuerte esto de ser testigo. La síntesis que figura debajo del título es que “sin testigo no hay historia”. Y sin testigo, no hay quien la cuente. La película gira alrededor de eso.

Una cosa es ser testigo y otra es contarlo a los demás, para que haya un aprendizaje y haya justicia. En este sentido, ¿creés que “atestiguar” es una responsabilidad de todos?
-Para mí, sí. No dejo de pensar en Julio López, en quienes dieron testimonio y corrieron un destino fatal. La película no tiene la intención de crear culpa, ni conciencia; queda en cada uno de los espectadores. Lo que me interesaba era sensibilizar y recordar, esto de pasar por el corazón. Cómo uno construye la memoria, cómo está hecha de retazos y a veces uno inventa conexiones para que tenga cierta lógica.

Con los avances tecnológicos, ¿crees que estamos en una época de registros?
-Creo que no. Por un lado creo que estamos bastante enajenados, por ejemplo por el uso del celular. Con esta “pseudocomunicación” estamos muy pendientes de lo que pasa fuera de uno y no estamos nada presentes en el “aquí y ahora”. No sé si es una contradicción, pero creo que es un momento de parar la maquina porque nos está comiendo la tecnología.

¿Y cómo aprovechaste estas posibilidades en la realización del documental?
-En la película, si bien la puesta en escena se basa en la utilización de un montón de recursos como archivos fílmicos, sonoros, reconstrucciones, filmaciones mías y ajenas; es una película bastante clásica. No tiene efectos especiales, no hice uso de la animación. Podría haberla hecho 10 años atrás con las mismas herramientas.

¿Y con respecto al registro de los juicios?
-Lo que hizo virar el camino de la película fue haber tenido acceso al registro de los juicios. Hay un organismo que se llama MECIS (Programa Memoria Colectiva e Inclusión Social) que se encarga de registrar e indexar cada uno de los juicios. Es un archivo fabuloso porque estos juicios son ejemplares para nosotros y para el resto del mundo. Todos tenemos acceso una vez que hay sentencia firme. Eso hizo que la película tomara el camino que tomó.

¿Cuánto tiempo te llevó hacer el film?
-Más o menos cuatro años y medio, casi cinco. Comenzamos leyendo e investigando hasta que hablé con Yvonne y le propuse hacer la película. Ganamos un subsidio del Instituto de Cine, pero arrancamos sin un centavo.

¿Cómo fue obtener el acceso al resto de materiales?
-Teniendo el permiso de Yvonne para hacer la película, es como que se fueron abriendo todas las puertas. Todas las personas me regalaron fotos, cartas, documentos, material fílmico de Nicaragua. Además pude trabajar bastante tiempo en el Archivo Nacional de la Memoria en Buenos Aires y en el Archivo General de la Nación gracias a una beca de la Universidad Nacional de Misiones. Hubo material que no pude conseguir, pero todas esas personas querían que se hiciera la película. Ahora casi todas las personas que participaron pueden ver el material plasmado en la peli.

En general, el cine nacional se encuentra con poco espacio para exhibir, ¿cómo fue en el caso de “Yvonne”?
-Tuvo sus complicaciones. Se me vencía el tiempo de estrenar y tuve que estrenar de apuro. Pero finalmente resultó maravilloso porque conseguimos la Semana de la Memoria en Buenos Aires. Tuvimos un mes de proyecciones en el Cine Gaumont que es como “el sueño de la piba”. Y ahora a medida que la van pidiendo hablo con cada programador de cada cine. Es un trabajo de hormiga y hasta ahora deben haber ido unas tres mil personas a verla, lo cual para un documental es algo extraordinario. Mi sueño es que se siga mostrando y por suerte está entrando en festivales nacionales e internacionales que son nuestra ventana para llegar a lugares que no imaginamos. Estuvo en México, en Cuba y que se conozcan nuestras historias es misión cumplida o cerca de cumplirla.

Más allá de la película, ¿en qué estás trabajando?
-Estoy trabajando en un montón de cosas. Hay un apéndice de la película que no se en que se va a transformar, tiene que ver con la foto que le sacan a las monjas francesas dentro de la ESMA. Está en plena investigación de esto que ahora le llamamos “fake news”. Estas puestas en escena nos hacen creer o no. No sé en que quedará, en un cortometraje, una video instalación o un largo, mientras tanto doy clases.

Nota por Roque Guzmán.

Trailer