JUANA MOLINA: UNA GUÍA HACIA LO DIFERENTE

El GRL PWR arrancó su 1° ciclo de conciertos con una fecha explosiva. Por Cecilia Bruscoli.

Abrió Kaleema a las 21:20. Su música es una mezcla entre sonidos típicos andinos y bases electrónicas, que hacen sonar solo ella y un percusionista. Además de cantar, toca las teclas, también la percusión, y la flauta: cada vez que la tocaba, me hacía sentir como una serpiente, hipnotizada, moviéndome al son de esa melodía envolvente.

Con mucha naturaleza en sus visuales, el show de Kaleema es como un gran mensaje de conexión ancestral, vuelta a la tierra y a lo propio, pero sin dejar de lado la innovación instrumental. Realmente es una de las grandes revelaciones a nivel musical, como ya la han descrito en varias oportunidades.

Después de esa gran apertura, a las 22:34 salió Juana, con un público ya completamente ansioso esperándola. Arrancó y a los pocos segundos cortó diciendo “no puedo así”, porque no llegaba bien el sonido de la guitarra y la batería estaba muy fuerte. Lejos de enojarse, la gente la aplaudió y la bancó. Volvió a las 22:43, con todo. Más cerca del cierre pasó algo similar, dando cuenta de que toda su genialidad proviene de sus oídos exigentes y afinadísimos.

En un momento, me dijeron que defina a Juana en una frase, y lo primero que me salió fue “qué difícil”. Lo sigo pensando. Escribir esto es, por lo tanto, también difícil. ¿Cómo explicar tremendo show? Ella es una de esas artistas que podés escuchar en tu casa, en una fiesta, a la mañana, de madrugada, en cualquier momento, lugar, en compañía o en soledad. Y escucharla en vivo es indescriptible. Si nunca lo hiciste y alguna vez tenés la oportunidad de hacerlo, hacelo.

Fue una fiesta todo el tiempo, hizo temblar Studio Theater, que explotó de gente feliz. Como Andrés, que me dijo: “Juana salvó mi niñez. Es una maravilla, una hermosa, preciosa, y sigue salvando mi adultez”. O como Flou, que me contó: “Tuve la oportunidad de conocerla años atrás, y le pregunté cuándo iba a venir a Córdoba; ella me respondió: ‘Cuando me inviten’”. Bien ahí por este primer ciclo del GRL PWR.

En vivo sentís toda su energía, y ves cosas como un baile único que hizo con Odín Schwartz, uno de los músicos que la acompaña desde hace unos años ya, y que se encarga de las teclas y también es vocalista. Su banda se completa con Pablo González, gran percusionista.

Entre un tema y otro, Juana contó que no cambiaba las cuerdas de su guitarra hace años, y que las había cambiado el día anterior. Y ahí, mientras afinaba, dijo: “Una chequeadita chequeadita”. Me hizo acordar a “chiquitito chiquitito chiquitito”, como decía La profe de gym, uno de sus inolvidables personajes de cuando hacía sketches en TV allá por los ’90 solo para conseguir un modo de sustentarse para poder hacer lo que realmente siempre quiso: música. Después dijo: “Qué fea palabra” (por “chequeadita”), y probó sonido diciendo: “Castellano, castellano, castellano… Amo el castellano, odio las palabras que vienen del inglés”, provocando estruendosos aplausos y gritos de aprobación y amor.

Su show no tuvo visuales. Igual, creo que nadie las hubiese mirado: queríamos verla a ella. Pero sí hubo juegos de luces rojas y azules, que por la forma en que iluminaban todo en ciertos momentos, me hicieron pensar que si me ponía esos lentes de cine la podía ver en 3D; pero no hacía falta, con los ojos cerrados pasaba eso. Juana te abre las puertas a una tercera dimensión. A una cuarta, una quinta.

Cuando terminó, se abrazó con sus músicos, saludaron y se fueron. Pero el público, enamorado y con demasiadas ganas de más, mantuvo una ovación sostenida hasta que volvieron a salir. Y el último tema fue Sin guía no, cuya letra comienza diciendo “Siempre me digo voy a irme de casa y no puedo”. Viniendo de ella, no puedo dejar de pensar que la elección no fue inocente ni casual. Fue perfecta.

Juana tiene músicas y letras que no son predecibles. Porque hay músicas que las escuchás por primera vez y podés adivinar o darte cuenta de qué acorde viene a continuación o qué palabra va a decir la letra. O series/películas que mirás y decís “ah, seguramente van a decir esto o va a pasar tal cosa”, y a veces esa previsibilidad te hace hasta llegar al diálogo exacto. Pero Juana te saca de ahí, y cuando pensás que va a decir algo, dice otra cosa. Y eso es genial, porque casi todo es igual. Juana no es Rara. Juana es diferente. Es lo más cerca que puedo llegar a definirla en una frase.

Escribe: Cecilia Bruscoli.

Fotos: Christian Velez.