FRANCISCO MÁRQUEZ: «EL CINE ES UNA MANERA DE CONOCER EL MUNDO»

Entrevista al director y guionista de "Un crimen común", en cartelera del Espacio Incaa Villa María. Por Roque Guzmán.

Dialogamos con el guionista y director de “Un crimen común”, que este mes es parte de la cartelera de Espacio Incaa Villa MaríaEste jueves, 13 de mayo, se proyecta por última vez el thriller que, más que contar una historia, busca que se viva como la experiencia física de la protagonista. 

En “Un crimen común”, Cecilia (Elisa Carricajo) se enfrenta a un horror inesperado que fragmenta su mundo de convicciones intelectuales cuando el hijo de la empleada doméstica, Kevin (Eliot Otazo) aparece en el río, asesinado por la policía. ¿Podría haberlo ayudado la noche anterior cuando el joven tocó la puerta desesperado?

La película es el segundo largometraje ficcional del realizador nacido en Buenos Aires, Francisco Márquez. Tras su paso por el documental con “Después de Sarmiento” (2015) y su primera película de ficción dirigida junto a Andrea Testa, “La larga noche de Francisco Sanctis” (2016), el artista estrenó “Un crimen común” en el Festival de Berlín, antes de las restricciones por la pandemia de Covid-19.

Como un cruce entre temáticas sociales, políticas y en clave de cine de género, la propuesta audiovisual recorre temas como las diferencias de clases, la posibilidad –o no- de empatizar con el otro y las distancias entre teoría y práctica. En diálogo con Revista WAM, Márquez se refirió al proceso de realización de la película, el trabajo actoral, su desarrollo profesional, a la importancia de la experiencia de vivenciar las películas en la sala de cine y al peligro de la “homogeneización”. 

¿Cómo fue el origen de “Un crimen común”?
-La película la hemos empezado a escribir en 2016. Parte la escritura, un poco de cuestiones que tienen que ver con la realidad y que hace mucho tiempo a mí me inquietan, me sensibilizan desde chico, y tienen que ver con la violencia institucional. Nunca fue escrita pensando en algún joven en particular, pero si fue escrita con la pulsión de algo que hace tiempo vengo pensando y militando. No aborda la película desde la historia del joven o desde el entramado policial, sino desde esta docente de sociología. Un poco porque también responde a las preguntas que me hago en torno a la propia práctica como cineasta, como generador de discursos. A cómo se vincula todo aquello que pensamos, que creemos y que decimos con una práctica concreta, cómo se vincula esta teoría con la práctica y la distancia que existe entre una clase social y otra. Por más visión crítica que tengamos del mundo, tenemos internalizado ese mundo que cuestionamos. Como en la película dice Mecha, consideramos peligrosos a los jóvenes que están en peligro.

¿Cómo fue el trabajo con las actrices y actores?
-La película la filmamos en 2019. Fue un proceso de rodaje y de preparación muy interesante, porque si bien había un guion, fue una construcción colectiva en el trabajo común con Elisa Carricajo y Mecha Martínez, que son las principales actrices de la película. Mucha conversación e intercambio, aportes en torno a las vivencias de cada una. Mecha Martínez no es una actriz profesional. Quien interpreta a la mama de Kevin es una dirigente piquetera que nunca estudió teatro. Dedica su vida a la militancia política. Sentíamos que había algo de ella, de sí misma, en su cuerpo, en su piel, en su experiencia de vida que permitía que pueda interpretar el personaje, ya a su vez, aportar mucho a la película. Fue un proceso muy rico.

¿Podrías comentar sobre el recorrido de la película?
-Tuvimos el estreno en el Festival de Berlín. Fue presencial. Increíble, fueron como siete funciones a salas llenas, en salas muy grandes en un Festival muy importante. Con un público muy ávido de debatir, entonces cada proyección se convertía en una larga charla en torno a la película. Y después vino lo que vino (por la pandemia). La película siguió su recorrido en formato virtual, en muchos festivales internacionales con lo bueno que tiene que se vea en diferentes partes del mundo pero con lo abstracto que resultaba que se vea en el éter, en un espacio en donde la gente no se juntaba a verla. En Argentina, primero estuvo en Mar del Plata, que fue virtual. Después el estreno nacional. En la zona del AMBA estuvimos una semana y después no se pudo seguir pasando porque empezaron las restricciones. Pero en diferentes partes del país la película sigue circulando.

Siguiendo tu carrera, ¿qué permanece y que ha cambiado de aquel Francisco Márquez de los comienzos en el audiovisual?
-Creo que lo que permanece es como un espíritu crítico hacia el material y en el proceso. En realidad, antes de estudiar cine hacía cortos como parte de una organización. Cortos de conflictos obreros, conflictos sociales, sindicales. De ahí hasta ahora, cambió mucho en cierta utilización de las herramientas y el potencial audiovisual. Después empecé a estudiar cine. Lo que mantuvimos, tanto yo como algunas personas como Andy (Andrea Testa) que nos conocimos desde la ENERC, es cierto espíritu critico al momento del hacer; un constante repreguntarse, replantearse y repreguntar lo que estamos haciendo. Tratando de generar nuevas imágenes, no por el hecho de la novedad sino para contar nuevamente un período histórico, como en “La larga noche de Francisco Sanctis”, pero de una manera que pueda decir otras cosas. 

Un gran desafío…
-Hoy tenemos más que nunca, el peligro de la homogeneización. Tenemos monstruo de la producción. Los streamings que tienden a una homogeneización peligrosísima del cine. Porque lo que hace crecer al cine, lo que nos hace crecer como sociedad es la diversidad, el encuentro de nuevos lenguajes y la experimentación. Creo que el mayor desafío hoy es tratar de repensar las formas y tratar de encontrarse con el público, pero buscando nuevas imágenes. No repitiendo imágenes que dicen poco. ¿Y qué cambio? Justamente, esto que digo que permanece, hace que uno esté cambiando todo el tiempo. Probablemente la próxima película que haga sea distinta. La apuesta será otra. A mí los directores y directoras que me interesan, son los que se van replanteando todo el tiempo su trabajo y planteando nuevos desafíos. Siento que hay un permanente cambio en la búsqueda.

¿Por qué el público debe ver “Un crimen común”?
-Lo que más me gusta de la película, es el desafió de contar una cuestión social y política, pero trabajando desde las herramientas del género cinematográfico. La película por momentos es un thriller psicológico, por momentos tiene escenas de terror. Estos elementos de género tienen que ver con el propio devenir del personaje, que va viviendo como si estuviese en una película de terror o en un thriller. Tiene un cuidado estético que responde a tratar de representar perceptivamente lo que siente, tratar de trasladar al público a una experiencia física y sensorial. Eso es lo que más me interesa de esta película en particular.

Pensada para las salas…
-Es una gran posibilidad verla en el cine, por ser una película que apuesta a una experiencia perceptiva, sensorial y física, hay algo en la pantalla grande, el sonido, la experiencia con todos los cuidados del caso de estar con otra gente y también una experiencia del tiempo. Muchas veces en el streaming eso se pierde porque se para para mirar el teléfono o se va a buscar un vaso de agua. Esta película en particular se reciente mucho con eso porque hemos construido un clima, como una especia de hipnosis. Si uno en medio de la hipnosis se va a dar una vuelta a la manzana, esa hipnosis se pierde. Creo que hay una experiencia de atravesar el tiempo con la película que me parece sumamente importante. Eso se vive de una manera mucho más plena en el cine.

La última, ¿Francisco, por qué haces lo que haces?
-Fui pasando por distintos lugares. En un principio hacia videos de conflictos obreros. Pensaba que el cine era una manera de abrir los ojos, de dar cierta revelación sobre determinadas situaciones. Hoy ya no creo más eso. Creo que fundamentalmente el cine es una manera de conocer el mundo. Por eso las películas que nos interesa hacer, siempre nos plantean desafíos. Partimos de interrogantes que a veces son incómodos. El interrogante del cual parte esta película es bastante incómodo y me siento absolutamente interpelado. El proceso de hacerla fue una incomodidad absoluta. Atravesar el proceso de hacer la película, no voy a decir que me hace responder todas las preguntas, pero nos aproxima a algunas respuestas. Esto va tanto para el cine documental como el de ficción. Aunque uno haga una película de extraterrestres en un planeta lejano, no deja de estar hablando de humanidad, sobre vínculos, sentimientos y emociones. Creo que hacer una película implica indagarse sobre todo eso. Algunos tendrán otras herramientas: la filosofía, el periodismo, la sociología, la medicina, la biología. Nosotros tenemos el cine. Es la manera en la cual nos aproximamos e intentamos comprender algo de todo este misterio que es la vida. La manera de conocer el mundo, de relacionarme con otras y otras.

Nota por: Roque Guzmán.

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