ESCRITORES DE LA CIUDAD: JULIÁN CANGREJO

Estudiante de intercambio de la UNVM nos comparte uno de sus escritos.

De guardia

Las calles aledañas al aeropuerto están vigiladas por la guardia militar nacional. Hoy el Presidente de la República visitará la ciudad y, como es costumbre, se pone en derredor la máxima seguridad para el arribo del mandatario. Los soldados ya rodearon el lugar. A cada diez metros se ubican de a tres soldados. El sol y el calor no es obstáculo, pues los años de entrenamiento en el batallón lograron evitar que esto fuera un impedimento para los uniformados.

En las casas que están del lado contrario a la entrada del aeropuerto está ubicado el soldado de apellido Pérez, muy joven, acompañado por otros dos soldados. Está recostado en un árbol, mientras sus compañeros hacen guardia.

A Pérez parece no gustarle la labor de vigilante, vaya uno a saber qué otros deseos tendría en su cabeza antes de unirse al ejército, quizá ser panadero,  laborar en una tienda de barrio, tal vez pensó trabajar en el cine, ser futbolista… quién sabe. Él sólo está ahí, junto al árbol, arrancando trozos de madera y partiéndolos sin mirar, apreciando el color de las flores plantadas en la casa del frente.

Pasan los autos, y los tripulantes les hacen gestos obscenos a los soldados. Algunos, incluso, les gritan blasfemias. A los otros dos soldados le es indiferente esto. A Pérez le es imposible ser indiferente. Él siempre está alerta de todo a su alrededor y sabe que detrás de todo hay una historia: detrás del hombre que va a la tienda a hacer mercado hay una historia, detrás del anciano que riega las plantas hay una historia, detrás del celador que vigila las casas montado en su bicicleta hay una historia. Todo tiene una historia tras sí. Pérez sabe que las personas no son otra cosa que historias andantes.

Han pasado cinco horas desde que los soldados se instalaron. Es hora de almorzar y a Pérez le corresponde hacer la guardia, mientras sus compañeros comen. De nuevo pasan los vehículos a toda velocidad arrojando insultos. Cuando sus compañeros avisan a Pérez que puede sentarse, decide esperar un poco. Antes de sentarse, un automóvil pasa y la persona que lo conduce le guiñe el ojo. Pérez almuerza con una sonrisa en su rostro.

 

 

JULIÁN CANGREJO

Neiva, Colombia, 2 de octubre de 1995. Estudiante de Licenciatura en Lengua Castellana de la Universidad Surcolombiana. Escribo desde que tengo memoria consciente, con algunos reconocimientos en mi país. Enfocado en el cuento y la poesía. Llegué a Argentina por una beca para intercambio académico. Aprovecho para escribir en mis tiempo libres, sobretodo en la soledad, donde mejor me encuentro conmigo mismo.

¿Qué fue lo que te llevó a escribir?

Quizá, al principio fue el desespero por deshacerme de ideas y/o memorias que tenía guardadas en mi mente. Luego fue la necesidad de hacerme ver, permitirme que otras personas me conozcan por medio de mis escritos. Siempre he pensado que quien escribe plasma un pedacito de su alma, casi inmortalizarse en lo terreno.

 ¿Cómo definirías tu estilo en esta faceta?

No sabría definirme, la verdad. Eso lo pueden responder quienes me leen, pero a mí me resulta muy difícil.

¿Cuál es tu fuente de inspiración? ¿Sobre qué te gusta escribir?

No creo en la inspiración; creo en las ideas de gran y de poca fuerza, dependiendo el caso. Luego podría hablarse de la técnica, pero pensar que se escribe a partir de una inspiración, personalmente, me parece erróneo. Escribo sobre hechos muy básicos, historias cotidianas, personas y hechos que se pueden ver todos los días. Para muchos pueden ser cuestiones de poca trascendencia, pero hay que verlos más allá para entenderlos y sacarles jugo. Con la idea en fresco se pueden hacer juegos de tiempo, transformaciones del personaje y cambios de narrador, en fin, se puede jugar con el lenguaje. Es lo bonito de la literatura: de las cosas simples se crean mundos fascinantes.