ESCRITORES DESDE MÉXICO: ABEL RUBÉN ROMERO
Conocé las poesías de este escritor mexicano y sus motivaciones.
Abel Rubén Romero
29 de agosto de 1984, estado de México, México.
Estudió las licenciaturas en Derecho (Universidad del Valle de México), Letras Hispánicas y la Especialización en Literatura Mexicana (Universidad Autónoma Metropolitana). Ha participado en publicaciones de Guanajuato, Sonora, México, Michoacán, Morelos, Zacatecas y la ciudad de México; en las revistas Clarimonda, La Piedra, Los bastardos de la uva, Viaje inmóvil; en los sitios Los Bastardos de la Uva y Círculo de poesía, y en las antologías Entre el crepúsculo y el alba y En el borde. Actualmente es profesor de bachillerato, coordina un taller, frecuenta el de Ricardo Yáñez y colabora en la revista Viaje Inmóvil.
¿Qué fue lo que te llevó a escribir?
Fue la necesidad, creo. Comencé a leer poesía a los 10 años y pronto la escritura se convirtió en mi modo de comunicación predilecto. Largo tiempo pasé intentando poemas a diestra y siniestra, hasta que me encontré con los talleres literarios y decidí abandonar la vida de abogado para incursionar en el estudio de la literatura. Ahora no entiendo otro modo de vivir, sino en y alrededor de la palabra.
¿Cómo definirías tu estilo en esta faceta?
Ahora me interesa más buscar una poesía que no recurra a las piruetas, a los riesgos innecesarios. Trato de confrontar mis necesidades expresivas con formas tradicionales, con ritmos más o menos definidos, regulares, monótonos, donde el cúmulo de imágenes prescinda de la narratividad simple, aunque no sé si lo logro. Creo que estoy en un momento en que me importa más la sobriedad que la innovación. Sin embargo, nunca puede eludirse cierta novedad aun en los poemas más conservadores.
¿Cuál es tu fuente de inspiración?
Lo que ocurre durante la vida y la necesidad de encontrar explicaciones a través del poema. La poesía es, de cierto modo, un oráculo que nos ayuda a entender, a dar sentidos. Mantengo una actitud emocional y reflexiva, una conjunción donde emociones, sentimientos, experiencias y razones nos ayuden a sintetizar la realidad que nos golpea.
¿Sobre qué te gusta escribir?
Escribo sobre muchas cosas. El poemario que preparo habla sobre el tiempo, el recuerdo y el olvido, principalmente, aunque toca también los temas de la escritura, el erotismo, el amor y la renovación. Después de ser padre por primera vez, el tiempo ha agudizado su presencia conflictiva en mi vida. Quizá sólo el nacimiento y la muerte ponen en tal relieve el vértigo de los años.
Exhumación
I
En algún sitio el abuelo, el cigarro,
los ojos hundidos y el cráneo desnudo.
La abuela entonces, los aromas,
el crujir del ajo, el chile y la cebolla.
Un breve patio inmenso, una pista,
un bólido entre plantas y flores
camino a la pendiente sin salida.
II
En el patio lo velamos,
a sus ojos hundidos,
al anochecer de sus pulmones.
Y fumé, canté con ojos, boca,
una guitarra, el café, la canela.
La banda silbó el viento que jamás le volvería.
III
Sembramos flores en su pecho
una noche sin orillas.
Y todos negros, menguantes, partimos
como el humo que tiznó sus años.
IV
El crematorio, recuerdo,
olía como las tardes en el patio
cuando la carne chillaba en la parrilla.
Era el mismo olor, abuelo.
Entonces fuiste no más
que res trasmutada en tizne
y quedó tu simple aroma
atorado en mi pescuezo.
V
Llevo sueños de adoquín
como el viejo Guanajuato.
No vale nada la vida,
y ya ves, abuelo,
el tiempo raja aún la carne
y aunque todos apostamos,
nadie gana eternidad
en los albures de los días.
Eclipse
En las noches de mi calle, la luna
se derrama entre hombres de aluminio.
Andan sus rechinantes bocas
al aceite del trago común.
De a poco hermanan dientes, saliva,
albures, carcajadas, maldiciones.
De no ser por un puño que resuena
arrastrando un alud entre los cuerpos
terminarían los toscos labios
sus belfos de sal y cera
fundiendo la penumbra con un beso
Luna Mola Luna
(Canción de cuna)
Una luna alucinada
luce luz en el nadir
ciega se hunde en la alborada
brota flor de tu jardín
Una luna luz inhala,
sopla luz en el jazmín,
si perfuma la mirada
va al suspiro el colibrí.
Una luna luce y canto
cuando el cielo ruge gris,
con su rayo arrullo y calmo
al señor de mi vivir.
Una luz de agua salada
condimenta el mar añil
sus sabores han dejado
chupeteando al manatí.
Un alud de tul y nácar
acaricia el mes de abril
el conejo de su panza
rasga el sueño en su redil.
Una luna luce y canto
cuando el cielo ruge gris,
con su rayo arrullo y calmo
al señor de mi vivir.