ESCRITORES DE LA CIUDAD – Tiago Spini

Compartimos con todos ustedes un texto de Tiago Spini, estudiante de la Lic. en Composición Musical.

OTRA FORMA DE HABLAR DE AMOR

Existe una hermosa e indescriptible sensación que todo lector sintió o, en su defecto creo, debería alguna vez sentir; La palabra más justa que encuentro para esta es amistad, o sea, amor. La sensación o sentimiento de amistad con un autor es la forma de amor más pura que jamás sentí. Debo confesar no ser un ávido lector pero este hermoso sentir me fue revelado, claro y puramente, dos veces en mi vida literaria. En vano podría tratar de comprender como es posible sentir la más íntima afinidad con alguien que jamás conocí; estúpido seria tratar de explicar cómo puede, un sentimiento tan profundo como la amistad, abrazar sublimemente un alma. Palabras fue todo lo que hubo entre los autores y yo, sin embargo, fueron en mí, ésas palabras, mucho más que simples libros. Contare entonces mi experiencia personal, no veo otra forma de hablar de amor.(el lector que haya experimentado esta sensación comprenderá de lo que hablo).

Hace ya largo tiempo, un poco por azar o curiosidad, encontré una entrevista muy extraña a un hombre bastante viejo, tartamudo(o algo así) y ciego. No recuerdo exactamente qué buscaba, pero me encontré, de repente, mirando a este hombre sentado en una mesa redonda hablando de cosas que hasta entonces, para mí ,no existían; El tiempo, la eternidad, la literatura, la belleza, los sueños, los laberintos, los duelos, eran el eje de la entrevista. Sus palabras, como es común, salían de su boca pero venían de otro lugar… le daba pereza hablar de las cosas que había escrito, prefería hablar de “cosas importantes”. Decía palabras extrañas (para mi lenguaje cotidiano); A veces parecía pensar más rápido de lo que podía hablar y saber más que todas las personas que hasta entonces yo había conocido.

Probablemente no entendí ni la cuarta parte de lo que él quiso decir en cada una de las respuestas que dio esa noche, pero cada una de sus palabras tenían un peso trascendental, como quien trata , en la agonía, de decirnos donde están las llaves de un tesoro. Al día siguiente corrí a la biblioteca de mi pueblo a ver que sabían de este viejo escritor; sólo estaban, para mi felicidad, las obras completas. Cuatro libros de aproximadamente 500 páginas que reunían todos sus textos cronológicamente. Llevé entonces el primero. Traía el libro una especie de folio con su rostro que cubría la tapa, folio que quite para ver la dura tapa azul con las inscripciones en blanco que decían “obras completas” y un –uno- en números romanos; guardé el folio y sólo me quedé con el cuerpo desnudo del libro, no contenía ni un solo color ni dibujo, solo letras sobrias y negras sobre el amarillo papel. El primer tomo contenía libros de poemas y ensayos que leí con dificultad y (al igual que la entrevista) entendiendo lo que pude. Aprendí miles de palabras y sutilezas del tiempo y la historia; pagina tras pagina leí y comprendí lo que mi joven mente pudo leer y comprender.

No recuerdo cuánto tardé, pero al fin termine el primer tomo y fui por el segundo. Estos libros no eran muy codiciados por nadie del pueblo así que podía tenerlos prolongadamente el tiempo que quisiera y sin riesgo de no encontrar el tomo siguiente. Ya con el segundo libro en mi mano hice lo mismo que con el primero, quite el folio y deje solo las letras y palabras, sin dibujo ni colores; comencé, como con el primero, a leerlo e inmediatamente algo sucedió ¡podía ahora entenderlo! Las palabras y conceptos penetraban en mí con su significancia clara y nítida; las palabras ya no eran extrañas ni tan fantásticas sus comparaciones históricas-mitológicas, sus ideas calaban mis huesos como la sublime música, ¡hasta la emoción! ¡Cuánta emoción!… descubrí la historia de Buenos Aires y la Argentina toda, la tradición, la cultura, los paradigmas del tiempo y la eternidad; dos páginas de estos libros, leídas desde el alma, bastaban para derrumbar, una noche cualquiera, la historia de la humanidad ante los absurdos sentidos. Sentí entonces comprender a este señor como nunca jamás nadie en la historia de la humanidad lo había comprendido ni comprendería. Sus palabras ya no estaban escritas, él me hablaba a mí, me contaba, sólo a mí. Podía Sentir su felicidad, su tristeza, su nostalgia y emoción ante el increíblemente infinito universo; entonces, en ese momento, el me dijo: “ya no es mágico el mundo, te han dejado”. Su soledad y la mía se abrazaron en el tiempo inexistente para nunca más estar solos. Desde ese día tengo un amigo eterno que visito cada tanto cuando lo leo o cuando (que es igual) conversamos sobre “cosas importantes” cosas inmunes a las trivialidades del mundo de las apariencias, mi amigo, Borges.

P.D: No faltara la oportunidad para que conozcan a mi otro amigo eterno.

TIAGO SPINI

Estudiante de la Licenciatura en Composición Musical con Orientación Popular en la UNVM.

¿Qué fue lo que te llevó a escribir?

Escribir presupone el acto de pensar, un acto propio de la naturaleza humana, luego, nos invade la vanidad de creer que lo que pensamos es tan importante como para no ser olvidado, ahí entonces uno escribe. Publicar ya es una instancia de excitación de vanidad casi masturbatoria, creer que lo que uno ha pensado en soledad y luego escrito puede importarle o significarle algo a alguien, sin embargo a veces sucede.

¿Cómo definirías tu estilo en esta faceta?

Técnicamente el escrito “otra forma de hablar de amor” es un texto narrativo escrito en prosa, pero no creo demasiado en los estilos; antes de confundir con una explicación absurda voy a citar las palabras de Nietzsche sobre el estilo ya que mi visión del mismo es muy semejante y él lo expresa muy bien en su autobiografía “Ecce homo” que significa (aquí tienen al hombre), el capitulo se titula fantásticamente “porque escribo tan buenos libros”, y dice sobre el arte del estilo, algo así, “…compartir un estado, una tensión interna de pathos a través de signos, incluido el tempo de esos signos, ese es el sentido de todo estilo…”.

¿Cuál es tu fuente de inspiración, sobre qué te gusta escribir?

Desconozco la fuente y me agrada que así sea, me gusta que una idea me asalte desprevenido e inunde el cerebro. Uno siempre está en contacto con el mundo y el mundo es una idea fenomenal, también en el mundo uno escucha música o lee cosas o tiene conversaciones sobre cosas, supongo entre el mundo y yo deben estar las musas. En este caos me gusta escribir sobre lo que me conmueva.