EL REAL HOTEL: UNA OBRA QUE ATACA TODOS LOS SENTIDOS

Estuvimos presentes en la producción del Teatro de Herejes que llena todas las salas.

Llegamos a la Usina Cultural para ver El Real Hotel, una obra que, sabemos de ante mano, escapa al teatro convencional, como toda propuesta de El Teatro de Herejes de Villa María y para eso nos preparamos.

Nos sentamos a un costado, en el espacio común al que dan todas las habitaciones de la casona donde vivió Antonio Sobral, que como toda casa de mediados del siglo XX, cuenta con una distribución arquitectónica de modo central.

No hay iluminación artificial, la oscuridad es casi completa. Sólo podemos escuchar las voces a nuestro alrededor, murmullos en realidad, y el ruido de la lluvia que sin dudas juega su papel en esta noche dominguera.

De pronto, se escuchan sonidos detrás de un vitró gigante que separa el interior del exterior del lugar y dos mucamas abren las puertas apuradas por culminar los preparativos de, al parecer, un gran evento.

Las personas se iluminan solo con velas que llevan siempre consigo, es el único medio de iluminación, lo cual baña a la trama con una atmósfera de intriga, misterio y enigmas. Las personas aparecen y desaparecen por diferentes puertas, nos pasan por al lado, por delante y por detrás ¿Nos ven? pareciera ser que no, aunque veces da la sensación de que saben que estamos ahí, pero están muy ocupadas como para detenerse en eso.

Estamos ahí, caminan alrededor nuestro, susurran, se esconden, conspiran y disimulan sus verdades frente al resto. Evidentemente abrimos los ojos y nos encontramos en otra época, en medio de una situación extraña y de confabulaciones, en un hotel que parece hospedar más de un secreto.

La época es un dato clave en esta experiencia (pos Segunda Guerra Mundial), atravesamos un portal, claramente el contexto temporal es otro, lo dice la vestimenta, el estilo arquitectónico del hotel, la iluminación, los elementos, el piano y hasta la forma en que se expresan las personas que nos rodean.

Algo sucede, o está por suceder. Hay algo en el aire que lo anticipa. Una mucama habla con otra, su compañera, y le pide por favor que le lleve unos papeles en secreto a otra persona, fuera del hotel. Hotel donde se encuentran los dueños, o por lo menos la dueña, ya que su marido ha muerto y ella es la única heredera junto a sus hijos. Esta familia dueña del lugar, también parece esconder algo, en realidad, todos en el lugar esbozan cierto grado enigmático, celosos de las miradas ajenas y temerosos de oídos ocultos, como los nuestros.

Estamos rodeados pero nadie puede vernos, somos parte de una historia pero no apareceremos en los libros, nos toca vivir la fantasía de muchos: viajar en el tiempo y ser espectadores de lujo de algún acontecimiento intrigante y oculto del pasado.

¡La mucama misteriosa está embarazada! Esta revelación parece guiar el comportamiento de todas las personas que se pasean conspirando por las diferentes salas. Es un embrazo no deseado, aparentemente no deseado por ninguno de los huéspedes/dueños, lo cual hará que la trama gire en torno a este problema y a su portadora, Sofía, la mucama que además es quien consiguió los papeles confidenciales que nombramos al comienzo, que aparentemente son cartas.

Por otro lado, al parecer el lugar tiene unos huéspedes internacionales de lujo, ya que se logra ver a dos alemanes que se relacionan con la dueña como si fueran íntimos. El hotel recibe alemanes años después de la Segunda Guerra Mundial, que se mantienen a la sombra, como si no quisieran ser vistos. Raro, ¿no?

¿Qué contienen esos papeles que Sofía intentaba proteger? ¿De quién es su hijo? ¿Por qué la dueña esconde alemanes?

Todo se complejiza progresivamente, a excepción de algo que se clarifica: nadie quiere que la mucama protagonista salga con vida del hotel.

La experiencia resulta impactante, es lo más cercano a vivir una película desde adentro. “Vivir” porque es algo más que sólo ver u observar, la obra ataca a todos los sentidos y desde todos los puntos de vista posibles. Bajo las famosas premisas del filósofo Friedrich Nietzsche, tales como “no existen hechos, sólo interpretaciones” o “la verdad es la mentira más eficiente”, se plantea un tipo de teatro de múltiples experiencias, donde se tienen en cuenta los olores, los roces de las telas al pasar entremedio del público, la utilización de los espacios –ideales- que propone la Usina Cultural y los sonidos, como el estruendo –real- del disparo de una pistola de aquella época (arma de fogueo), entre otras tantas cosas.

La disposición de la Usina Cultural parece hecha a medida para esta obra, o quizás tenga que ver con una excelente interpretación del grupo teatral sobre cómo sacarle el jugo a este espacio, que dio realmente sus frutos. De todas formas, cabe destacar que arquitectónicamente el lugar cumple perfecto con las características de un Real Hotel de posguerra.

Todo parece haber sido pensado en detalle, vestuario, iluminación, interpretación, música en vivo de la época (en piano) y hasta la pronunciación del idioma alemán, que fue real e investigada en profundidad.

No hay escenario, no hay tarimas ni espacios delimitados, no hay un frente, la zona de actuación es el «hotel» mismo, con todas sus partes. Y nosotros somos los espectadores invisibles que espiamos, sentimos y vivimos cada diálogo mientras sucede literalmente en el medio de todos. Somos parte de la escena, cómplices de los secretos y participantes silenciosos de cada hecho en los que nos vemos envueltos, algunos bastante escalofriantes.

Todo forma parte de una misma atmósfera que te atrapa y te envuelve, donde varios hechos suceden al mismo tiempo, y, aunque algunos no podamos verlos, los sentimos. Arriba en el primero piso, afuera en el patio o en alguna de las habitaciones laterales múltiples realidades se entrelazan.

Un personaje que muere varias veces, ¿muere? una verdad que se diluye entre tantas otras que saben a mentira. Un crimen, varios crímenes, un secreto que todos saben pero nadie dice. Una experiencia teatral tan íntima que intimida.


* Ahora El Real Hotel se está realizando en el edificio del Patrimonio Histórico, otro increíble lugar de época ideal para la obra. Este sábado 27 de abril será la segunda función a sala completa que lleva a cabo el grupo en este nuevo espacio, aunque prometen sumar funciones para que nadie se quede afuera.

Nota por Rodrigo Alvarez.