«DOS VIEJOS PÁNICOS»: EL MIEDO DE VIVIR CON MIEDO

La obra dirigida por Jorge Pinus se presentó en El Globo Rojo. Foto de nota por WAM.

La pieza teatral «Dos Viejos Pánicos» dirigida por Jorge Pinus, llegó a Villa María, más precisamente a la sala de El Globo Rojo. Con dos actuaciones deslumbrantes y un guión tan profundo como divertido, la obra plantea la temática del miedo a la muerte desde la perspectiva de una pareja de ancianos, que juegan a matarse mutuamente, justamente, para dejar de tener miedo.

Tota y Tabo, protagonistas y únicos personajes que contiene la obra, interactúan en lo que pareciera ser la habitación de un geriátrico o de un hospital. Dos camas, un espejo, algunas revistas y dos linteras son más que suficiente para crear un ambiente en cual, Fernando Moyano y Sebastián Salomón, despliegan toda su destreza actoral intrepretando de manera magistral a una pareja de ancianos que ya ni recuerdan porqué están juntos.

En una especie de limbo, donde en realidad no se sabe si ya están muertos, si es la realidad o una especie de sueño, los personajes entablan disparatados diálogos que van desde el terror a reconocerse en el espejo, pasando por la manía de recortar personas en revistas afirmándo que así las mata, hasta la idea «brillante» de morir para así de realizar todos los actos que en vida nunca se animaron a concretar, ya que de esta forma no hay consecuencias ni castigos.

Ambos personajes miran al pasado y no se reconocen, recuerdan a las versiones jóvenes de ellos mismos como si se tratara de otras personas. Tabo ya no es «ese Tabo» que Tota recuerda como el protagonista de la historia de amor de su vida, sino que no es más que su compañero de juego y al que le reclama por todos sus miedos y errores cosechados, como por ejemplo el de haberse casado con él. De todas formas, en este presente surrealista en el que se encuentran los dos, aterrados de manera irracional por un miedo que nos acecha, se necesitan mutuamente y se contienen y consuelan de manera tierna entre pelea y pelea.

Muy lejos del pasado y muy cercano al futuro incierto que conlleva el después de la muerte, esta pareja juega a dar el paso que los llevará al más allá dónde se encuentran con que todos sus temores desaparecen, ya no tienen de qué preocuparse, no hay más responsabilidades, ni consecuencias por los actos, ni miedo.

De esta manera, la obra plantea como solución a la idea de matar el miedo, de vivir sin el temor que acecha silenciosamente y que está presente en cada paso que damos en nuestras vidas, pensando en no equivocarnos, no queriendo aceptar el paso del tiempo,  reprimiéndonos por algunas hipotéticas consecuencias si algo sale mal, entre otros tantos temores cotidianos.

Sin miedosos no hay miedo, dice la Tota, en un momento de lucidez entre tanta locura de vida y muerte.