BLABLATORIO: EL SALTO DEL LECTOR

Tercera entrega de la columna semanal de Mauro Guzman. Pasen y lean.

Borges creyó, a veces, que los buenos lectores son cisnes aún más tenebrosos y singulares que los buenos autores. En una entrevista dijo también que no recordaba, creo, haber leído un libro entero. Y que era un gran lector de enciclopedias. Su amigo y maestro Macedonio Fernández sembró la idea del Lector Salteado. Por esto algunos lo acusan a Macedonio de adelantarse a la lectura que, hoy, practicamos en internet y en las redes sociales.

También Borges parece olfatear la aparición de Google en su cuento “El Aleph”, en el que, poniéndote en determinada posición en un sitio específico de un sótano específico, solamente así, podés ver (digamos leer) el universo. Según cómo y dónde me ponga para leer, será lo que lea. En fin, que la lectura es una acción, que implica el cuerpo, que tiene consecuencias mentales y que afectan al lector físico y su entorno material, que el lector es un personaje, un constructor principalísimo de los textos. Macedonio y Borges no precisaron leer a Barthes ni a Eco para entender esto.

Ahora, de lo que quería hablar: doy un Taller de Escritura Creativa en un sitio que tiene una pequeña y variada biblioteca. Hasta hay un disco que tiene muchas pequeñas hojas que son un poemario, escrito por Fernando Cabrera, a quien conocemos más bien como cantautor. Hay novelas, la Biblia en la versión de Reina-Valera, tomos de plomería y, también, fascículos de la enciclopedia Billiken. Me pregunto qué de esa biblioteca atraería a Borges. Los libros de él te pueden gustar o no, lo que es innegable es que Borges nos enseñó a leer con irreverencias y librados de las supersticiones de la crítica literaria o de los nacionalistas. Tuvo la ocurrencia de leer textos filosóficos como si leyera cuentos fantásticos. Ese como si del Borges lector nos habilitó un juego, nos empujó a la desviación, a la felicidad de leer mal.

Entre los libros de esa colorida biblioteca, ando fascinado con El gran libro de los inventos y descubrimientos, Colección Billiken, y les comparto unos hallazgos:

1)No todos los idiomas escritos cuentan con acento, pero el récord pertenece a una palabra del húngaro: “ujjaáépítésére”, que significa “para reconstruir”.

2)En 1862 el escritor Victor Hugo le escribió a su editor para saber cómo iban las ventas de su obra “Los Miserables”. Su carta decía: “?” Y la respuesta fue: “!”

3)Al ser abierta, la puerta de la Capilla del Mausoleo de Hamilton, construida en 1840, produce el eco más largo que se haya registrado: 15 segundos.

4)El primer niño que recibió la vacuna antirrábica de Pasteur fue Joseph Meister, mordido por un perro rabioso. El sabio todavía no había experimentado suficientemente su vacuna, pero ante la gravedad del caso, que conducía invariablemente a la muerte del chico, optó por probarla. El niño se salvó y de grande trabajó como portero del Instituto Pasteur.

5)La más antigua de las enciclopedias fue recopilada en el 370 a. de C. por un sobrino de Platón, Speusippus.

Por Mauro Guzman.