BLABLATORIO N° 7: GENTE QUE DESCUBRE

Una nueva entrega de la columna semanal de literatura de Mauro Guzmán.

Gente que descubre

1. En su libro Las ciudades invisibles Ítalo Calvino imagina muchas ciudades: todas tienen nombre de mujer y alguna característica increíble. Pone este asunto en boca de Marco Polo, que viaja a los confines del imperio del gran Kublai Khan mantenido por el propio emperador con la sola condición de que, a cada regreso, le cuente en detalle las ciudades que vio. De la ciudad de Zobeida, por ejemplo, cuenta que hombres de diversas naciones tuvieron un sueño igual: vieron una mujer que corría de noche por una ciudad desconocida. La vieron de espalda, con el pelo largo y estaba desnuda. La seguían pero todos la perdieron. Al despertar buscaron aquella ciudad y no la encontraron pero se encontraron ellos y decidieron construir una ciudad como la del sueño. Pregunta Andrés Neuman: ¿Y si los sueños de las personas que se quieren estuvieran unidos mientras duermen por unos hilos muy finos? Quizá el acto de contarnos nuestros sueños, nuestros proyectos, nos lleve a encontrarnos con Otros y fundar cosas nuevas.

2. Colón llegó a América convencido de que pisaba costas chinas. La dinastía mongol había caído hacía más de cien años, pero Colón lo ignoraba y usaba como mapa principal el libro de viajes de Marco Polo. Por eso descubrió a los nativos caribes y anotó, en el margen de ese libro, que eran los khaníbales, o sea, el pueblo del Gran Khan, emperador que costeaba los viajes de Marco. La palabra se transformó en caníbales y con el tiempo fue usada para alimentar la suposición de que los aborígenes comían gente. Como comían gente era legítimo esclavizarlos y cambiarles el dios, cosa que hicieron los católicos, que no eran caníbales: sólo comían y bebían el cuerpo y la sangre de su propio dios, en un breve acto que continúa hoy cada domingo en iglesias de todo el mundo, según tengo anotado en el margen de mi Biblia.

3. Dicen que un maestro judío repetía y meditaba un versículo: La Torá de Dios está entera. Hasta que lo entendió: está entera porque nadie la ha tocado todavía, nadie la penetró. Para los cabalistas ninguna cosa tiene sentido en sí misma, sino que cada cosa que existe simboliza a otra cosa. Así, La Torá (los primeros cinco libros de la Biblia) simboliza a una hermosa doncella, tapada con muchas ropas, y sólo a su amante le va descubriendo sus escondidas bellezas. Quien lee, descubre, le saca la ropa a los libros. Y no hay cosa más linda que un libro desnudado y los ojos de quien le ha sacado todo.

 

Por Mauro Guzmán.