A MEDIA PÁGINA, INSPIRACIÓN COMPARTIDA #1: REMERAS USADAS

¡Nueva Columna WAM! Hernán Cuello y Santiago Ruartes escriben de manera conjunta historias que no te podés perder.

Remeras usadas

 

El molde es un recuerdo, es un tacto. La tela se curte, se curte del cuerpo, de su piel y de olor.

Empieza a tomar identidad por que, al principio está en blanco, hasta que una mirada, un giro de cadera y, a veces una sonrisa le dan el primer trazo.

Marca su trayecto, para otoño o primavera y recibe su primer abrazo y palmadas, algún que otro elogio y una mirada de envidia, restos de comida y un chorrito de mate.

Se anima a gritar y a sostener la respiración, llevar un retrato o una frase en ingles “I am harder than life and I’m kinder than love”.

A todos nos pasa el tiempo, y ahora lo pasas en casa, ahora estas rayada, tenés sentimientos de hogar pero volvés la mirada hacia atrás recordando lo que era sentirse mirada por todos, expuesta frente a un vidrio y ante los ojos de quienes no podían costear tu precio, probaste mil cuerpos hasta que uno fue el indicado para vos. Te llevó en una roja bolsa gigante donde te hizo sentir un tanto perdida, como aislada del mundo, respiras hondo y ahí vas con media sonrisa que se te dibuja en el cuerpo y otra más adentro en la nostalgia de no saber lo que te espera.

Le escuchas bañarse y te pone en la cama junto con un jean y unos zapatos que combinan, te tira un poco de perfume que guarda especialmente para vos. Te adaptas a su cuerpo como si el diseñador hubiese pensado con anterioridad ese talle. Te adaptas a su cuerpo, haciendo caso a la costura que pensó el diseñador.

Te lleva a cenas importantes con compañeros del trabajo, al boliche donde hace que todos se volteen a verte, la persona que te lleva piensa que la miran a ella, pero vos sabes bien que te miran a vos, volvés a sentirte otra vez en la vidriera con un maniquí.

Con el tiempo el uso se hace más espaciado y esporádico, ya no te lleva con sus amigos y otras remeras van ocupando tu lugar, vas encontrando espacio al fondo del cajón, cerca de las medias largas de invierno y temes lo peor, que la humedad empiece a romper tus tejidos de algodón o que tu vieja enemiga, las polillas, calen agujeros en tu espalda.

Pasa el verano, el crudo invierno y nuevamente el verano te encuentra en la misma posición que estuviste.

Un día se abre el cajón, empiezan a salir todas las prendas que hace muchísimo tiempo no logran tocar una piel humana, van todas arriba de la cama y, a lo lejos, logras leer el título de dos cajas. Una dice “para dar” y la otra se titula “basura”, te entra la desesperación, no sabes cómo gritarle que todavía servís, que te de una chance más, que el bordó es el nuevo negro, que lo vintage está de moda, queres gritarle que todo es cíclico, que vuelve, pero no hay caso.

La caja, de un cartón horrible, va a parar a una feria americana. Tres semanas después, en un negocio improvisado de mesas en la vereda un adolescente pregunta tu precio, es diez veces menor al que recordas en la vidriera. Te compra.

Te tira en la cama combinando con un jean de los noventa y unas zapatillas converse, el ciclo vuelve a empezar, él toma su guitarra y está listo para subir al escenario, todas las luces te iluminan y el “más duro que la vida” tallado en tu inscripción tiene otro significado y lo sabes “lo vintage está de moda”, el ciclo se cumple para volver a empezar, sos “más amable que el amor”.

Por Hernán Cuello y Santiago Ruartes.